TVE celebró el pasado sábado la versión diminuta de Eurovisión, que este año se celebraba en Madrid, después de que Francia, que están hasta la baguette de ganar siempre, dijera que nanai, que lo haga otro. A la hora de la siesta, arrancó una anodina edición made in Spain con una pantalla vertical para disimular las estrecheces de la Caja Mágica, dando pie a un festival impersonal, completamente en inglés, que podía haberse hecho en Madrid, Pekín o Honolulú. 

Minutos antes, Aitor Albizua y Ana Prada, vestidos como si tuvieran 8 años, escenificaban el intercambio de roles con niños maqueados de adultos en una especie de paripé inspirado en el primer Club Disney de hace casi 40 años. El programa venía a reivindicar que España estaba a la altura para organizar el minisarao, pero ya en la primera conexión sufrieron un problema de sonido y no se oyó al reportero. Después, conectaron con otra reportera mirando al techo, que se puso a improvisar algo, hasta que alguien se dio cuenta de que había que meter el vídeo con el falso directo y no conectar de verdad y la cortaron.

Con la credibilidad por los suelos, empezó el espectáculo con Ruth Lorenzo, Marc Clotet y Melani García hablando todo el rato en inglés (mientras los comentaristas españoles les pisaban), sin pronunciar apenas dos palabras en castellano y ninguna en francés, la segunda lengua del certamen que en Madrid desapareció por completo, pese a haber cogido el testigo de Francia. 

El uso de una inteligencia artificial de oferta en las socorridas postales, que sirven para presentar cada actuación, mostró a algunos participantes con cuatro dedos, pero a nadie en la “preparada” TVE pareció importarle y tiraron con ello. O tal vez ningún responsable se molestó en visionar lo que habían preparado para la ocasión, no sé qué es peor. 

Pese a recortar 30 minutos su duración para bajar a las dos horas, MiniEurovisión 2024 fue un tostón repleto de niños repelentes en una fiesta de fin de curso, con mucho efecto multicolor provoca-espasmos, cual Pokémon, para que la audiencia no se duerma. Apenas un millón de personas conectó con TVE y la emisión en Youtube para todo el mundo se quedó por debajo del medio millón. El programa no interesa y necesita regresar al horario nocturno y a las fechas navideñas, porque es cuando nos ponemos ñoños y nos tragamos cualquier parida repleta de niños gritones. 

Al final, ganó Georgia pero nos lo mostraron cambiando por enésima vez el reparto de votos, empeñados en que no nos enteremos de quién vota quién y en acelerar el tramo de las votaciones, que es el que siempre tiene más audiencia, repartiendo los 12 puntos con falsas conexiones que ni se molestan en hacer en directo. Visto lo visto, ahora se entiende el dicho popular de que “a España no le interesa ganar Eurovisión”.