Estamos a menos de un cuarto de hora de que los periódicos y canales de la derecha española imiten aquella irreverente y desternillante acción llevada a cabo por el diario británico Daily Star en la que enfrentaba a la entonces primera ministra Liz Truss con una lechuga iceberg para comprobar cuál de ellas se marchitaba antes. Es decir, si la premier –que acababa de proclamar muy solemnemente que no dimitiría pese a la crisis política que acumulaba– se marcharía antes de que la lechuga amarillease y terminase su ciclo vital. Se cumplen ahora justamente dos años de aquello, en el que el Daily Star transmitía en directo por Youtube durante 24 horas al día la imagen de la verdura junto a un retrato de Truss. Ni que decir tiene que ganó de largo la lechuga, pues la política conservadora renunció pocos días después. Pedro Sánchez, por contra, tiene mucha más resistencia que una vulgar lechuga, como ya ha demostrado en muchas ocasiones. Pero hasta los gatos tienen siete vidas, aunque a la octava terminan por estirar la pata. Al presidente del Gobierno español se le acumulan los problemas. Le acecha la corrupción real o presunta, con los casos del exministro Ábalos y los de su mujer, Begoña Gómez, a lo que se suma la “incapacidad” de algunos ministros como Óscar Puente o Fernando Grande-Marlaska, reprobados por el Congreso, o el golpe que supone la imputación del fiscal general del Estado por primera vez en la historia. Con el agravante de que tiene parte de la oposición dentro del propio Gobierno (Sumar) o en sus imprescindibles apoyos parlamentarios (Podemos, ERC y Junts), siendo los grupos vascos PNV y EH Bildu los más fiables. Los Presupuestos Generales del Estado van a ser la clave de la legislatura. La derecha, aunque al PP y a Vox no dejan de explotarles casos pasados o presentes de corrupción, no aflojará hasta ver que la lozanía de Sánchez se va marchitando antes que la rosa del puño socialista y dar por muerta la legislatura. Es su gran ocasión.