Terminar el trabajo
“Denos las herramientas más rápido y terminaremos el trabajo más rápido”. Para contextualizar adecuadamente esta frase, por ”herramientas” hay que entender “armas” y por “trabajo”, el ignominioso genocidio que Israel está llevando a cabo en Gaza. Como periodista, no hay nada que me dé más asco que un eufemismo que oculta miles de muertes. La frase se escuchó el miércoles en el Congreso de los EEUU de boca de un Benjamin Netanyahu al que le sigue sobrando cuajo pese a haber perdido ya gran parte de su crédito internacional. Para el recuerdo de la deshonra nos quedan los vítores con los que fue recibido.
La nota de dignidad
En la calle le abuchearon y dentro de la Cámara le aplaudieron, pero es de justicia decir que no todos los congresistas de EEUU recibieron al presidente israelí con unos honores que, como persona, jamás ha merecido. La imagen más poderosa la dejó la congresista de origen palestino Rashida Tlaib, que mantuvo un gesto serio mientras exhibía en todo momento un abanico con dos mensajes: “Criminal de guerra” y “Culpable de genocidio”. Las redes no han pasado por alto el gesto. Mantenerse firme por lo que uno cree que es lo correcto, aunque eso signifique quedarse solo.
Una retirada a tiempo
Está siendo una semana de lo más interesante en la política estadounidense. Joe Biden reaparecía en un mensaje televisado desde el Despacho Oval tras anunciar que no se presentará a la reelección. Vale que el paso lo tenía que haber dado antes y que, entre tanto, ha proyectado una imagen de debilidad innecesaria, pero no podemos tachar nada de su discurso: “Nada puede interponerse en el camino de salvar nuestra democracia, y eso incluye la ambición personal”. En seis meses, cuando termine la legislatura, se despedirá definitivamente: “Es la mejor manera de unir a la nación. Hay que elegir entre unidad y división”.
“Esto revienta en cualquier momento”
En política, saber irse es tan importante como saber mantenerse sin hacer el ridículo. Alberto Núñez Feijóo lleva un año lamiéndose las heridas tras demostrarse incapaz de gobernar y, desde el superpleno del martes, huele sangre. Tanto es así que en El Periódico de España nos cuentan que ha pedido a sus parlamentarios mantener “un ojo abierto” en agosto, incluso advirtiendo a puerta cerrada de que la situación de Sánchez es cada día más insostenible: “Esto revienta en cualquier momento”. La tensión, indudablemente, está en el aire, y Catalunya sigue siendo la incógnita a despejar.
Preparacionistas
Si en cualquier otro momento hubiera leído que hay una corriente que lleva años preparándose para el colapso del sistema, lo hubiera desdeñado al momento, tachándoles de extremistas y paranoicos. Pero con el panorama que tenemos y el reciente colapso de sistemas -cortesía de Microsoft-, no puedo evitar pensar que estos romanos quizás no están tan locos. Los “preppers” (preparacionistas) llevan años acumulando bienes y preparándose para una catástrofe o un gran apagón, sin depender de gobiernos ni empresas. “Esperar lo mejor, prepararse para lo peor”. El movimiento está creciendo a pasos agigantados. ¿Nos extraña?