Cada día nos encontramos con noticias de abusos sexuales, violaciones y otros ataques a mujeres, niñas y también niños. El obispo de Donostia ha dicho que la Iglesia está haciendo todo lo posible para que no se repita la pederastia. Tras años de negar la mayor, reconocer que ha existido es un paso adelante. Pero hay también otros sectores, como el deporte, donde cada vez salen más casos. Un entrenador de Gernika es el último denunciado. En el mundo de la moda y en el cine también existe esta lacra, como destaparon las víctimas de Kote Cabezudo o de Harvey Weinstein. Pero escuchar y ver en un vídeo las asquerosidades de un viejo verde, sus cerdas groserías hacia jóvenes y hasta niñas asombra y descoloca. El laureado actor francés Gérard Depardieu, que en temas fiscales ya dio muestra de desequilibrio y se hizo ruso para pagar menos impuestos, se ha revelado como un viejo verde de la peor calaña. Además de estar acusado de violación por cuatro actrices, no se corta un pelo y suelta obscenidades mientras está siendo grabado para un reportaje, con las cámaras a un metro de su jeta. Se siente impune y hace chistes sexuales riéndose de sus tristes gracias y poniendo en compromiso a las jovencitas asiáticas de su alrededor que, salvo la traductora, no le comprenden bien. Su país ya se avergüenza de quien fuera su orgullo.
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