Esto es un catalán que en un programa de humor de la tele se disfraza de la Virgen del Rocío para hacer una parodia, pero alguien se ofende, Abogados Cristianos le denuncia y el juez le imputa junto al presentador y todos los que participaron en el gag. Esto son dos andaluces que en una obra de títeres de cachiporra uno de los muñecos saca un cartel enano donde pone “Gora Alka-eta”, alguien se ofende, llama a la policía, les llevan ante la Audiencia Nacional, les acusan de enaltecimiento del terrorismo y los encarcelan preventivamente cinco días. Esto es un catalán que en otro programa de la tele estatal finge sonarse la nariz con una bandera de España, pero alguien se ofende y Alternativa Sindical Policía, un grupo sindical de la Policía Nacional, le denuncia y el juez le imputa. Esto es un madrileño que, con motivo del Día de la Hispanidad, escribe en Facebook: “Me cago en la fiesta nacional, en el descubrimiento, en los conquistadores y hasta en la virgen del Pilar”, alguien se ofende, le denuncia y acaba imputado, así que, tras conocer otra imputación a unas chicas por una parodia religiosa, lo remata con un “me cago en Dios y en la virgen”, alguien se ofende más, le denuncia más y le imputan más. Y esto es un suma y sigue que no tiene gracia pero tampoco fin y que lo sufre algo llamado libertad de expresión, un derecho que empieza a parecer un chiste.