Sus Majestades –perdón, quería decir sus Señorías, que cada vez me lío más con esto de los tratamientos– magistrados del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) han dictado recientemente una sentencia en contra de que una administración pública pueda exigir el conocimiento de euskera a los trabajadores de una subcontrata que trabaja para esa administración, es decir, para usted y para mí: para la ciudadanía. Ha sido en el Ayuntamiento de Barakaldo, pero hay casos similares, siempre en perjuicio de la lengua vasca, en otras entidades públicas, como Gasteiz, Irun, etc. Parece una cuestión “técnica”, burocrática, pero no lo es en absoluto, aunque quizá para estos jueces tan pulcros, tan atildados y esmerados, lo parezca. Total, la sentencia, impecablemente redactada en perfecto castellano, pasará al eficacísimo servicio de traducción del TSJPV para que se transcriba y se publique en ambos idiomas, y así la sociedad bilingüe podrá ver que aquí los derechos se respetan. Quizá, pero no se hacen respetar. Comunicarse en euskera es un derecho. Sobre todo, con la administración pública, que debe garantizarlo. Parece obvio que en el caso de la sentencia hay un choque de derechos, como en los miles de casos que atiende la justicia, y el TSJPV opta por que prevalezca el de la subcontrata frente al de la ciudadanía euskaldun. El euskera, ya lo sabemos, vive en eterna convulsión. Dice Bernardo Atxaga (Hermes nº 73) que “el secreto para el euskera y para el País está en el valor que la sociedad vasca dé a la lengua, y el valor a veces es invisible”. Su poema Trikuarena (El erizo) –que concluye así: “...y ni si quiera se da cuenta de que va a morir”– se ha interpretado como una metáfora de esta complicada situación del euskera. Pero resalta Atxaga que así como “el zorro sabe todas las trampas, el erizo sabe la única que hace falta: que hay que sobrevivir”. Así que toca sacar las afiladas púas y actualizar el diccionario para, al menos, darse cuenta de que esas luces que avanzan son las de un coche a punto de atropellarte. l