Cuando en 1989 cayó el Muro de Berlín (muchos todavía no se han enterado) y estalló aquella Unión Soviética que parecía inamovible, un economista ruso, ante las dificultades que tenían ante sí, dijo aquello de que era fácil en un acuario hacer una sopa de pescado, pero era casi imposible hacer un acuario de una sopa de pescado.
La reflexión la recordé cuando el pasado 1 de febrero, en el café-tertulia que organizó en el Aquarium de Donostia el presidente de Sortu, Hasier Arraiz; dentro de su campaña explicativa de su propuesta de Vía Vasca hacia la independencia bajo el título de La hora de la voluntad popular, señaló al lehendakari Urkullu como “el gran problema” para tejer pactos con el PNV. El lehendakari pues, se está convirtiendo en un auténtico obstáculo para la colaboración entre ambos partidos, sobre todo en asuntos referentes al autogobierno y a la consecución de un nuevo y diferente estatus político y jurídico para Euzkadi. Lo curioso es que, como no podía ser menos porque son maestros en inventar nombres, han bautizado esta iniciativa como Bidelagun.
No quieren pues hacer una sopa de pescado en su acuario, sino sacar un acuario de su particular sopa de pescado. Y ya han encontrado al responsable de que no se pueda hacer en la figura del lehendakari, sin darse cuenta de que si siguen por ese camino no tendrán con el tiempo ni sopa de pescado ni acuario.
Y es que eso de las descalificaciones ad hominem no son nuevas. Cuando Felipe González y Alfonso Guerra vieron que no podían vencer a UCD en las urnas, una mano caritativa les señaló que lo que tenían que hacer era disparar contra el presidente Adolfo Suárez e irlo debilitando con descalificaciones y mociones de censura, así como dentro de su partido. Y así fue como se cargaron al “tahúr del Mississipi con chaleco floreado”, en definición de Guerra. Con eso, y la inestimable ayuda del golpista Juan Carlos, lograron su cometido.
También existe un proverbio ruso que nos dice que el único lugar en el que el queso es gratis es en la ratonera. Y el aparente problema para descalificar a Urkullu por parte de Arraiz es que el lehendakari sabe que el queso que vende Arraiz lo trata de comercializar este en su particular ratonera y que para ello ha de desconocer la historia y vendernos como cosecha propia lo que un joven de 27 años, hijo de carlista, les dijo a los euskalerriacos en 1893 al presentarles su invento, aquel que dice que Euzkadi es la patria de los vascos.
Al mundo de Bildu le molesta Sabino Arana. Y no lo reconocen. Les da grima que existiendo en 1893 la Euskal Herria de los foralistas y euskalerriacos, amantes de un vasquismo light, aquel joven impertinente, en el txakoli de Larrazabal, dijera a los señoritos de Bilbao que había que apostar por una nación con siete territorios, una bandera, un himno, y un lugar en el mundo, con un euskera recuperado, con la gente llamándose Gorka, Libe, Ain-tzane, Iñaki o Iker y en un país con una arquitectura distinguible, que además habría recuperado su genio civil, así como que no enviaba a sus mozos a hacer el servicio militar obligatorio y a sus gentes a pagar impuestos. Y el copyright de esa fórmula de la Coca Cola no la tiene Arraiz, sino Sabino Arana, quien además fundó un partido, el PNV, al que pertenece Iñigo Urkullu, seguidor sabiniano y jelkide.
Sabino Arana, aquella tarde en el txakoli de Larrazabal, hizo una pregunta clave a los allí reunidos: “En Bizkaya hay partidos alfonsinos, monárquicos, carlistas, liberales, euskalerriacos y socialistas pero, díganme ustedes, ¿Qué partido trabaja por los intereses de Bizkaya?”.
Me imagino que la repuesta sería: nadie. Y de ahí surgió lo que ahora Hasier Arraiz quiere poner en marcha 122 años después, desconociendo todo lo anteriormente hecho.
Hay que reconocerle que su campaña para tratar de convertir a Euzkadi en el nombre de tres territorios goza de buena salud ante la incultura histórica existente. A menos información, más gato por liebre. El partido que preside se llama EH Bildu rompiendo incluso con la jerga revolucionaria abertzale de siempre, que no bautizó a ETA como “Euskal Herria ta Askatasuna”, sino como Euzkadi ta Askatasuna. Y además con z. Euskal Herria era una designación cultural y lingüística muy respetable pero nunca fue un término político. Buena prueba de ello es que el franquismo permitió su uso sin ningún problema, mientras perseguía todo lo que oliera a Euzkadi. No sé cómo la actual EITB no tiene un libro de estilo para poner las cosas en su sitio, aunque en el estatuto y en función del consenso y de aguar la obra de Sabino se le añadiera Euskal Herria junto al País Vasco porque en 1979, el nombre de Euzkadi seguía oliendo a pólvora.
Hay que recordar también que por razones de coyuntura, por presión militar y por juego sucio, se desgajó Navarra del proyecto nacional y eso les vale a estos revolucionarios a la violeta para meter de matute algo que no fue lo diseñado por Arana, que concebía una Euzkadi con seis-siete territorios, Iparralde incluido.
Y lo acabamos de ver cuando el pasado 25 de enero se cumplieron 150 años del nacimiento de Sabino Arana. Una fecha redonda que para Hasier Arraiz no existió y en la que, por tanto, nada había que recordar. A diferencia de lo que ocurre en los pueblos maduros, los ciudadanos reconocen los referentes políticos y culturales de su país, aunque discrepen de su ideología. No creo que en Italia todos comulguen con Garibaldi y Cavour, pero reconocen que fueron los artífices de su unificación. Lo mismo en América con Bolívar, o en Argentina con San Martín, en los Estados Unidos con Washington, en Gran Bretaña con Cromwell y la semana pasada con Churchill, en Irlanda con Collins, en? Pero en Euzkadi, para los Arraiz, Sabino Arana es invisible y no solo no reconocen su legado, sino que le cambian el nombre a su proclama para que quede claro que los descubridores del abertzalismo son ellos y que Urkullu es un impedimento para lograr sus propósitos.
Es curioso que este mundo, que ha apoyado la lucha armada 50 años siguiendo la consigna del silencio de los corderos y comprobando silentemente los resultados que esta violencia nos ha dejado como legado, sigan acentuando su perfil hipernacionalista y ocultando su programa social, que era al parecer lo que les importaba. Saben que el sentimiento nacional es un gran movilizador y actúan en consecuencia mientras se enredan en proyectos esencialistas para no reconocer nada a nadie. Lo de las basuras en Gipuzkoa es paradigmático.
Mucho se puede hablar del daño causado por ETA y por quienes le han apoyado y siguen apoyando, pero una de las consecuencia que fue apuntada en la jornada organizada por la Fundación Sabino Arana sobre Memoria Histórica en la que se abordó esta cuestión desde diversos puntos de vista fue la denuncia a quienes han desviado la atención de algo que hoy seguiría en el centro del debate, pero de otra forma.
Si ETA no hubiera continuado matando y extorsionando durante los 40 últimos años, el debate estaría centrado en lo que ha significado para Euzkadi el franquismo y sus consecuencias y la derecha no estaría tan ensoberbecida habiendo sido la gran causante, junto con un ejército golpista, de miles de asesinatos, torturas, desapariciones, vejaciones sin cuento, exilios y persecuciones.
Hoy, como se recordó, en las Cortes Generales no hay una Comisión de Derechos Humanos como hay en todos los Parlamentos de Europa; ningún presidente ni ningún rey ha pedido perdón por nada; siguen por ahí símbolos franquistas, el Valle de los Caídos con dictador dentro sigue siendo objeto de culto y turismo; y todos los represaliados han ido muriendo en silencio sin que nadie les haya dicho una palabra amable en su vida, mientras miles de esqueletos duermen el sueño de los justos en cunetas olvidadas o bajo los grandes cementerios bajo la luna.
Y toda esta falta de debate y reconocimiento, también debemos achacárselo a una ETA asesina y a unos seguidores acríticos que ahora quieren pasar página deprisa y corriendo mientras el líder de Sortu culpa al lehendakari de ser el problema y no quien con criterio está marcando la buena dirección para salir del atolladero moral en el que nos enfangaron.
Que sepan que por ese camino no van a hacer de un acuario una sopa de pescado y recuerden lo que decía Borges de los peronistas, fácilmente atribuible a ellos: “Los peronistas no son buenos ni malos. Son incorregibles”.