Estos días, entre los continuos bombardeos en Europa y Palestina, entre otras muchas noticias que pasan desapercibidas, una me llamó la atención. Según informa la revista digital The Continent (una asociación de periodistas africanos independientes basada en Kenia). En febrero de este año, una presa de relaves en la mina de cobre de una empresa mixta China-Zambia (Sino-Metals Leach Zambia) colapsó, liberando aproximadamente 50 millones de litros de desechos ácidos en el río Kafue. El río Kafue tiene unos 1.500 kilómetros y atraviesa el corazón de Zambia para desembocar en el Zambeze, cerca de la ciudad de Chirundu. Hay un conocido parque natural que es una de las grandes reservas en Zambia que lleva su nombre.
Aproximadamente el 60% de los 20 millones de habitantes de Zambia vive en la cuenca del río Kafue. El río suministra agua potable a alrededor de cinco millones de personas, incluyendo Lusaka. La fuga de ácido en la mina provocó el cierre completo del suministro de agua a la ciudad cercana de Kitwe, hogar de aproximadamente 700.000 personas. Una catástrofe sin precedentes. Esta empresa es ya conocida por otra represa que colapsó en la región del cinturón de Cobre (la zona fronteriza entre Zambia y DRC) y a la que demandaron en 2011. Sin embargo, este caso sigue en un limbo judicial.
Esta es una más de la larga lista de catástrofes medioambientales que suceden en África de manera regular y de las que pocas veces se habla o permanecen olvidadas entre la avalancha de otras noticias.
El mayor escándalo conocido de las contaminaciones medioambientales en África ha sido en el delta del río Niger en Nigeria. La compañía Shell comenzó a explotar las reservas de petróleo en los años 1950. La guerra de Biafra en los 60 tenía como trasfondo el control de las reservas de petróleo entre los independentistas de Biafra y el gobierno de Lagos con el apoyo de las grandes multinacionales. Fue en los años 1980 y década de los 90 cuando las protestas de las comunidades que estaban siendo afectadas por la extracción del petróleo y sus tierras contaminadas por diferentes accidentes que las noticias de los desastres ecológicos en el delta del río Níger comenzaron a ser noticia. La aparición de grupos armados, secuestros, asesinatos, ataques a las instalaciones, ejecuciones y demandas judiciales fueron la constante en las ultimas tres décadas. La agencia de Naciones Unidas de la protección del medio ambiente emitió informes que confirmaban los desastres ecológicos en la zona. En el año 2009 Shell, reconocida como culpable, pagó la ridícula suma de 16 millones de dólares a algunas de las comunidades del Delta como compensación por los daños ambientales. En 2022 pagó otros 16 millones a otras comunidades, por una demanda legal comenzada en 2008. Calderilla si la comparamos con las sumas que tuvo que pagar BP a los EEUU por el desastre ecológico en el Golfo de México que fueron billones. La justicia es lenta, demasiado lenta, y no siempre es justa. Ha sido estimado que entre 2016 y 2023, más de 36,1 millones de litros de petróleo crudo fueron esparcidos en esta región.
Las continuas demandas judiciales durante todos estos años contribuyeron sin duda a que Shell vendiese sus derechos en 2024 por 2,4 billones a empresas nigerianas. Entretanto, las demandas judiciales han continuado y la última ha sido la del rey Godwin Bebe Okpabi en el año 2025 en Londres. Pero el dinero no cambiará los daños muchas veces irreparables o que durarán generaciones en muchas de las comunidades del Delta.
Los desastres ecológicos ligados a la extracción del petróleo han ocurrido también en otros países. En Gabón, otro gran país petrolero, también ha habido varios accidentes de derrame de petróleo entre 2019 y 2023.
En 2021 se contaminó el río Kasai en la República Democrática del Congo (RDC) y Angola. Una presa de relaves en la mina de diamantes Catoca, en Angola, se rompió, liberando desechos mineros en la cuenca del río Kasai. Este derrame causó la muerte de doce personas, enfermó a más de 4.400 y afectó a cerca de un millón de residentes en comunidades río abajo tanto en Angola como en la RDC. También en RDC un derrame en la mina Mutanda provocó la contaminación de campos cercanos. Glencore, la empresa que opera la mina, se negó a publicar informes detallando la naturaleza del derrame.
En Kabwe (Zambia), la ONG Action for Southern Africa informaba en octubre de 2025 que Kabwe era la ciudad con mayor contaminación por plomo en el mundo. Unas 140.000 personas han presentado una demanda colectiva contra la compañía Anglo American, por haber sido gravemente afectados por los efectos del plomo. La existencia de esta catástrofe medioambiental y sanitaria se conoce desde 1969, cuando el Dr. Lawrence, médico destinado en la mina, realizó pruebas a 500 niños que vivían en los alrededores de la mina, presentando un informe en el que alertaba sobre los altísimos niveles de plomo en la sangre de los niños, lo suficientemente graves como para causar daños cerebrales graves. Poco se hizo.
Las explotaciones artesanales o ilegales, que se caracterizan por la falta de medidas de seguridad adecuadas, han sido también la causa de accidentes mineros en varios países, como Burkina Faso, Mali, Sudáfrica, Mauritania, Chad y Ghana. El alza del precio del oro ha contribuido a la proliferación de minas de oro en muchos países africanos, con todos los problemas que conlleva por la contaminación de mercurio en los ríos, como ocurre en países como Perú y Brasil. Las imágenes que nos llegan de las explotaciones de las minas de cobalto y tierras raras en países como RDC son impactantes.
Pero hay también algunas pequeñas victorias. Hubo una demanda judicial contra la empresa británica Vedanta Resources en 2015. Tras años de batallas legales por la contaminación de sus aguas en unas aldeas en Zambia, Vedanta se vio obligada a ofrecer un acuerdo confidencial a las comunidades afectadas. Por su papel en la organización de la demanda, el activista ambiental Chilekwa Mumba ganó el Premio Ambiental Goldman en 2023.
Muchos de estos proyectos mineros han sido respaldados por préstamos del Gobierno de China, que se ha convertido en el mayor socio comercial de África. Según el Banco Mundial, la proporción de la deuda externa de los países africanos en manos de China ha aumentado significativamente en las últimas dos décadas y ha pasado del 1% el año 2000 al 13% en 2020. Pero todavía el 35% de la deuda africana corresponde a prestamistas privados occidentales, según informes del Banco Mundial.
China posee al menos 4.100 millones de dólares de la deuda externa de Zambia, que asciende a 13.000 millones de dólares, y financia al menos 26 proyectos de cobre en el país. Esto sin duda le ha otorgado ciertos privilegios. China no tiene la mejor reputación sobre la explotación minera en su propio territorio y los desastres en este país permanecen ocultos. Los contratos de China con los países africanos han ido en aumento en los últimos cinco años.
Hay una negligencia histórica por parte de los reguladores, quienes priorizan las ganancias mineras sobre la protección ambiental. Muchos países cuentan con leyes ambientales sólidas pero rara vez se aplican de manera efectiva y con frecuencia las denuncias de las comunidades no se toman en serio.
El bloqueo del tratado del control de plásticos por parte del lobby de los países petrolíferos que se niegan a acordar una reducción de su producción no hará sino empeorar los países africanos, cuya tasa de reciclaje es mínima y donde gran parte de la basura de los países más desarrollados termina en sus costas, sus tierras y sus ríos.
África no es un país, como bien dice la sección del país, ya que es muy diverso e inmenso en su extensión.
Sus recursos mineros son ahora blanco de los países y compañías sin escrúpulos, y son las comunidades donde se encuentran estos recursos las más afectadas y menos beneficiadas. Otra de las tantas injusticias que contribuyen a las grandes desigualdades y el desorden en el mundo que conocemos.