eXCURSIÓN montañera, mañanera y dominical de tres horitas sin grandes desniveles y en buena compañía. Alcanzado el objetivo, alguien saca una bota de vino y le pega un buen trago. Pegarle un trago a una bota de vino está bien visto. Hay quien diría que es casi hasta saludable. Eeeerrrra!! En el mismo lugar, una pareja, chico y chica, que también han realizado la travesía, se apartan 150 metros del grupo, sacan sendos paquetes de tabaco del bolsillo y se fuman un pitillo. Está mal visto. No es saludable. El respetable no les abuchea, pero casi. Desde la aprobación de la ley antitabaco, los fumadores se han convertido en los apestados del siglo XXI. Molestan hasta en el monte. Nunca he entendido qué placer encuentran quienes llegan, pongamos, a la cima del Txindoki y, después de dar cuenta del bocata de tortilla de patatas, se fuman un cigarrito. Pero sobre gustos y paladares no hay nada escrito. Y quien dice monte, dice playa. La ministra francesa de Sanidad, Marisol Touraine, ha planteado que se prohíba fumar en las playas y parques del Hexágono. Propone a los ayuntamientos de los municipios costeros que habiliten espacios "libres de humo". O sea, lo de nudistas y textiles, pero con el tabaco de por medio. El planteamiento de la ministra socialista que, por cierto, es hija del célebre sociólogo Alain Touraine, es extrapolable a las piscinas. Es probable que Marisol Touraine fuera fumadora. No hay peor enemigo para un fumador que un exfumador. Está científicamente comprobado.