Issey Miyake tenía siete años cuando una de las bombas atómicas que lanzó EEUU devastó su ciudad natal, Hiroshima. A pesar de haber vivido en primera línea uno de los episodios más traumáticos de la historia mundial contemporánea, este genial diseñador siempre rehusó hablar sobre ello y llegó a confesar que no quería ser reconocido como el diseñador que sobrevivió a la bomba atómica. Y todo esto a pesar de que la terrorífica explosión le dejó una pronunciada cojera que le acompañaría hasta la edad adulta, y de que su madre murió tres años después por la exposición a la radiación. 

Lo cierto es que su deseo se cumplió, ya que cuando este verano se conocía la noticia de su fallecimiento, en el mundo de la moda nadie habló de Hiroshima, y los medios de comunicación se llenaron de noticias sobre sus perfumes, el uso del plisado en sus prendas, sus sencillos jerséis de cuello vuelto como los que popularizó Steve Jobs o de su línea de bolsos Bao Bao.

Miyake se matriculó en la renombrada escuela de sastrería y confección École de la Chambre Syndicale de la Couture Parisienne en 1965, cuando se trasladó a la capital francesa, pero no era su primer contacto con la moda, ya que estudió diseño gráfico en la Universidad de Arte Tama de Tokio. Siempre se consideró un privilegiado por poder colaborar con Guy Laroche y Hubert de Givenchy, dos de los principales nombres de la alta costura. Y por si eso fuera poco, se trasladó a Nueva York para trabajar junto a Geoffrey Beene. 

Cuando en 1970 llegó la hora de fundar su propio estudio de diseño se decantó por Tokio, desde donde desarrolló sus grandes aportaciones a la moda basadas siempre en la innovación y en la brillante mezcla entre oriente y occidente.

Una colección futurista con formas geométricas.

Sus plisados

Pleats, please (pliegues, por favor) fue un lema que le hizo famoso al célebre creador japonés. Fue en la década de 1980 cuando empezó a desarrollar un nuevo tejido que podía expandirse verticalmente con cientos de pequeños pliegues. Eso sí, haciendo gala de su sinceridad, Issey siempre aseguró que se inspiró en los vestidos de seda plisados de Delphos diseñados por Henriette Negrin y su marido, el español Mariano Fortuny, nada más y nada menos que a principios del siglo XX.

Este proceso de investigación y trabajo se materializó en una colección donde los tejidos plisados se convirtieron de manera sorprendente en fluidos y rompían así la rigidez que en un principio podía caracterizarles. Es más, Miyake quiso ir más allá y no se conformó con una colección, sino que durante años mezcló las técnicas tradicionales y las recién desarrolladas para crear prendas permanentemente plisadas que eran a la vez vanguardistas y cómodas, arquitectónicas y naturales. Toda una obra de arte.

Sostenibilidad

Ahora es un tema al que todos los diseñadores le dan importancia, pero allá por 2007, cuando Miyake puso en marcha su Reality Lab para explorar materiales duraderos y medioambientalmente sostenibles, el tema del cuidado de medio ambiente en la moda parecía una locura. “La tecnología es valiosa en un mundo con recursos decrecientes en cuanto a la disminución de los residuos y la facilitación de la producción en masa”, dijo en 2016, “pero nunca podemos perder de vista el poder del toque de las manos humanas”. Es durante esos años cuando crea A-POC (siglas de A Piece of Clothing), una revolucionaria técnica de confección con una única pieza de tela que va tomando forma a partir de un telar unido a una computadora.

Pero el universo Miyake va más allá de sus prendas, y es que sus fragancias son casi o más conocidas que su ropa. Ellas fueron, de hecho, las responsables de que Miyake empezara a ser popular para el gran público. Comercializadas a través del grupo Shiseido, el primer perfume en ver la luz fue L’Eau d’Issey en 1992. Esta esencia cuenta con una mezcla floral, almizclado y con tonos amaderados.

Después del enorme éxito cosechado, Miyake continuó en el camino perfumista con una fragancia para hombres, L’Eau d’Issey Pour Homme, lanzada en 1994, inspirada por las fuertes, refrescantes y ágiles cualidades del agua. La fragancia es fresca, con esencias maderadas. En 2004 se lanzó la nueva fragancia para hombres, L’Eau Bleue d’Issey Pour Homme. Todas ellas son en la actualidad muy populares.

Condecoraciones

Miyake recibió múltiples premios por su trabajo como diseñador de moda y como artista a lo largo de su carrera. En 2005, la Asociación Japonesa de las Artes le concedió el Praemium Imperiale por sus destacados logros. Un año más tarde se convirtió en el primer diseñador de moda en recibir el Premio Kyoto de Arte y Filosofía, por los logros de su vida. En 2016, el gobierno de Francia concedió a Miyake la prestigiosa Legión de Honor, y el Centro Nacional de Arte de Tokio organizó la exposición más completa de la carrera de Miyake.

Steve Jobs, y su famoso jersey.

Una prenda icónica: el jersey negro de cuello alto de Steve Jobs 

A Steve Jobs y a Issey Miyake les unía, además de una gran amistad y una profunda admiración, una prenda que ha pasado a la historia: el icónico jersey negro de cuello vuelto que el director ejecutivo de Apple utilizaba como uniforme de trabajo. Todo comenzó allá por 1981 en un proyecto que unió a Miyake y a Sony Corporation. Para el 35º aniversario de la empresa, su presidente, Akio Morita, encargó a Miyake que diseñara una chaqueta para sus empleados. Miyake, siguiendo su filosofía innovadora, atrevida y al servicio de la comodidad, creó una chaqueta futurista de nailon antidesgarro con mangas que se podían soltar para convertirla en un chaleco.

Cuando poco tiempo después Steve Jobs visitó Sony le preguntó a Morita por qué los empleados de Sony usaban uniformes. Morita explicó a Jobs que, tras la Segunda Guerra Mundial, nadie tenía ropa, por lo que compañías como Sony facilitaban a sus empleados prendas para usar en las horas laborables. Finalmente, y con el paso del tiempo, los uniformes de Sony se convirtieron en una forma de vincular a los trabajadores con la empresa. Cautivado por esa idea, Jobs quiso hacer lo mismo con Apple, y con ese propósito llamó a Miyake. Ambos se las prometían muy felices, pero se encontraron con la sorpresa de que no funcionó. Es más: los empleados odiaban la idea de tener que ir todos vestidos igual. 

Lejos de olvidarse de la idea, Jobs le pidió a Issey que le hiciera algunos jerseys con esos cuellos vueltos negros que tanto le gustaban: le hizo cien unidades. Steve, que se sentía especialmente cómodo con esa indumentaria, hizo de ese jersey su propio uniforme personal y creó su estilo característico definitorio gracias a la visión de otro visionario: Issey Miyake. En un gesto de elegancia y en honor a su amigo, la casa Miyake retiró ese modelo del mercado cuando falleció Jobs en honor al alma mater de Apple.