El expresidente de Uruguay José Mújica, fallecido este martes, visitó en dos ocasiones Euskal Herria en la década pasada para conocer el lugar del que procedían sus ancestros. La primera vez, en 2013, recaló en Muxika al creer que habían partido de esa localidad vizcaína y dos años más tarde conoció en Beasain (Gipuzkoa) el caserío de donde eran originarios.
El 19 de mayo de 2015, la víspera de su 80 cumpleaños, el expresidente de Uruguay y su esposa, la senadora Lucía Topolansky, fueron recibidos en el Ayuntamiento de Donostia por el alcalde, Juan Karlos Izagirre, de Bildu, después de haber visitado la vieja casa de Beasain, situada en el barrio de Astigarreta.
"Parece que uno de mis bisabuelos salió de Astigarreta, de un caserío que ahora tiene 500 años", dijo entonces el exmandatario, que se encontraba de vacaciones y que cuando pisó por primera vez Euskadi, en 2013, era aún presidente de su país.
A Muxika, aunque ya constató que no le unían lazos familiares, prometió volver cuando dejara la Presidencia y así lo hizo en ese viaje de 2015, como recuerdan el alcalde de entonces, Aitor Goldaraz, y un vecino del municipio, José Domingo Espinosa, con quien había tomado txakoli y al que le sorprendió que cumpliera con su palabra.
"Ya podían ser todos los presidentes así"
"Ya podían ser todos los presidentes así", ha dicho Espinosa este miércoles a Efe, tras recordar que Mújica le pareció como una persona "de casa". "Realmente era así, muy cercano, muy amable, muy abierto y de ritmo muy pausado", rememora el regidor, que guarda un álbum con fotos de aquella visita.
En la recepción del Consistorio donostiarra, el alcalde entregó a Mújica el documento que acreditaba el embarque de su bisabuelo en el puerto de San Sebastián.
En esos escritos y otros de diferentes archivos había indagado ya el investigador, profesor y doctor en Pedagogía Mikel Prieto, cuyos textos sobre este asunto pueden consultarse en la página web de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza.
Según su informe, el bisabuelo de Mújica, Francisco Mújica Yeregui, había nacido en Tolosa, al igual que su padre, Juan Bautista, pero su árbol genealógico remitía primero a Azpeitia y después a Astigarreta, "donde arraigan los Mújica o Muxika desde al menos el siglo XVI".
El bisabuelo Francisco Mújica era un joven sereno que a los 21 años se casó con la donostiarra Catalina Chipiriani Esnaola, de 19.
La historia de los bisabuelos
En febrero de 1842, cuando tenían 24 y 22 años y dos hijos -José, de año y medio, y Ana, de siete meses- embarcaron a bordo de la fragata 'Chateaubriand' con destino a Montevideo. Con ellos viajó también Manuela, hermana de 17 años de Catalina.
El pasaje de todos ellos ascendió a 1.500 pesetas, que Francisco se comprometió a pagar en el plazo de un año. "Para ello, la familia hipotecó todos sus bienes según consta en el contrato con el comisionado del barco firmado en Donostia el 17 de febrero de 1842", detalla el investigador.
Estos documentos se los envió Prieto a Mújica y tiempo después recibió una llamada de su secretaria en la que esta le agradecía el trabajo realizado en nombre del presidente, a quien pudo conocer en 2015 durante su visita a Gipuzkoa.
Aspecto testarudo
"Él afirmaba que dentro de su personalidad había un aspecto testarudo que relacionaba con los vascos. Como también relacionaba la fisonomía de gente de aquí con la de Uruguay", ha indicado este miércoles a Efe.
El investigador apunta, por otra parte, en su estudio que "todo hace pensar" que la familia Mújica-Chipiriani emigró a Uruguay "por motivos expresos y con destino bien señalado", pues en Montevideo residía un tío carnal de Francisco, Juan Fermín Yeregui Izaguirre, propietario en 1819 de una de las primeras boticas de la ciudad.
"Familia de abolengo en la capital, Juan Fermín casó en Uruguay con la porteña Luisa Goichea", añade.