Rusia ha probado un misil balístico intercontinental desde la zona de pruebas de Kapustin Yar, en la región de Astracán, que se encuentra en el sur del país, cerca del mar Caspio. “Un equipo de combate de las Fuerzas de Misiles Estratégicos lanzó este martes con éxito un misil balístico intercontinental de un sistema móvil de misiles terrestres desde el Campo Interespecífico Central del Estado de Kapustin Yar en la región de Astrakhan”, informó ayer el Ministerio de Defensa ruso.
El ministerio indicó que el objetivo del lanzamiento es probar equipos de combate avanzados de misiles balísticos intercontinentales, para confirmar la corrección del diseño del circuito y las soluciones técnicas utilizadas en el desarrollo de nuevos sistemas de misiles. Además, especificó que “la tarea del lanzamiento se ha completado en su totalidad”, después de que la ojiva de la prueba haya impactado en un campo de entrenamiento de Sary Shagan, en Kazajistán.
Las autoridades de Rusia también aseguraron que notificaron a Estados Unidos el lanzamiento de un misil balístico intercontinental, después de que Moscú afirmara que la suspensión de los compromisos del Nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START) afectaba también a las notificaciones, por lo que no se sentía obligado a informar a Washington de sus ensayos.
El viceministro de Exteriores ruso Sergei Riabkov apuntó que “todas las notificaciones sobre los lanzamientos del misil balístico intercontinental y el misil balístico lanzado desde un submarino fueron enviadas, como es habitual”. El propio Riabkov dio a finales de marzo por suspendidos “todos” los aspectos vinculados a un acuerdo que durante los últimos años ha sido clave para calmar los recelos mutuos entre las potencias de la Guerra Fría. En esta línea, hizo hincapié en que no habrá intercambio alguno de datos ni se facilitarán inspecciones a los equipos estadounidenses.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, anunció en febrero la suspensión del Nuevo START y sin este tratado, los arsenales de las dos mayores potencias nucleares del mundo no tienen técnicamente ninguna limitación, algo inédito desde los años setenta del siglo XX.