Oier Llinás

La política escocesa vivió esta semana dos intensos debates relacionados directamente con la posibilidad de una futura escisión de Reino Unido. Por un lado, volvieron a la palestra los interrogantes sobre la moneda que usaría el país y, por otro, su pertenencia a la Unión Europea. Según un informe de AXA Investment Managent, la mejor opción para Escocia sería crear su propia divisa. Mark Allan, responsable del documento y ex asesor del banco de Inglaterra aseguró que "integrarse en una zona esterlina en común con el sur de la isla significaría someterse fiscalmente a Londres".

Por eso, Allan insistió en el documento en que la mejor opción sería crear una divisa escocesa propia con la que lanzarse "a la profundidad de los mercados". El experto económico destacó que, en una unión monetaria, el banco central, en este caso el inglés, podría imponer estrictas condiciones. "Si esto fuera así" reflexiona Allan en su informe, "mucha gente podría preguntarse: ¿para qué la independencia?". De esta manera, uno de los grandes grupos de inversión británicos apostó por una moneda propia para Escocia. Sin embargo, el experto también alertó de que en, esa situación, la zona norte de la isla "tendría que asumir una deuda de 120 mil millones de libras esterlinas en caso de una bajada en la producción petrolífera".

Desde el gobierno escocés, se apresuraron a señalar que el nuevo país "establecería un marco fiscal creíble para que las finanzas públicas sean sostenibles. No se puede olvidar que sólo el año pasado, el petróleo y el gas supusieron 11 mil millones de libras en ingresos para las arcas británicas". El ejecutivo también resaltó que "quedan un billón y medio de libras de petróleo y gas por extraer por lo que Escocia alcanzaría una situación financiera más fuerte que el resto de Reino Unido". En cualquier caso, Mark Allan resaltó en su informe que la creación de una moneda única y el posible incremento de la deuda pública "no son barreras insuperables" para el funcionamiento de una futura Escocia independiente. El informe de AXA llegó un día después de que la vicepresidenta escocesa, Nicola Sturgeon, dijera que habría que renegociar con la UE las políticas fronterizas, monetarias y el cupo que el nuevo estado recibiría de Europa.

relación económica con la ue Actualmente, Reino Unido ingresa cada año unas tres mil millones de libras de Europa aunque se espera que se incremente hasta casi los 4 mil millones en 2015. Un pastel suculento que habría que rehacer si Escocia se separara del resto del estado. Por ello, la vicepresidenta de la zona norte de la isla aseguró que habría que redefinir con los líderes europeos el nuevo pago.

Sturgeon recalcó que "seguro que se logra un buen acuerdo, algo en lo que, por cierto, Reino Unido ha fallado". Sin embargo, la política escocesa tendió una mano a Londres al subrayar que en caso de una independencia, tanto Escocia como el resto de Gran Bretaña compartirían intereses por lo que "habría que trabajar juntos en un futuro acuerdo con Europa". En cuanto que Escocia se una al euro es algo que prácticamente nadie contempla en la zona norte. La propia Nicola Sturgeon lo dejó claro en su comparecencia ante el resto de parlamentarios cuando señaló que "no nos uniríamos a la moneda única europea si no es beneficioso para nosotros, exactamente como Suecia". La aversión hacia el euro contrasta, precisamente, con las declaraciones en las que Sturgeon insistía en que "ver a Escocia dentro de la Unión Europea es algo realista". El propio presidente de la Comisión Europeo, José Manuel Durao Barroso, transmitió al ejecutivo escocés hace unos días que en caso de independencia "el nuevo estado debería ponerse a la cola para convertirse en miembro". Unas palabras que levantaron una extensa polvareda en la arena política escocesa.

Desde la oposición, la laborista Patricia Ferguson acusó al gobierno escocés de "hablar al principio de convertirse en miembro automáticamente, luego, que habría que negociar, después que sería de sentido común y ahora, expresan una intención". Al respecto, la vicepresidenta del ejecutivo señaló que "no es cuestión sólo de legalidad sino de lógica, realidad e interés propio". Sturgeon aseguró que respeta la opinión de Barroso pero hizo hincapié en que "la decisión final no es suya y no hay ninguna norma al respecto". Por eso, insistió en la necesidad de negociar con Europa y de utilizar el sentido común: "seguro que la Unión no quiere ver partes de su territorio quedarse fuera.".

La postura de Escocia en torno a su pertenencia a la UE la resumió poco después el propio primer ministro, Alex Salmond: "el país con un 90% de las reservas de petróleo de los 27, el 25% de las reservas de energías renovables, el segundo proveedor de gas y cuyas aguas territoriales supondrían el 60% de las islas británicas es algo que nadie en el continente excluiría de la UE".