“Ser reconocida en tu tierra es un chute de energía, porque ha sido un año complicado”, explica Saioa Goitia, refiriéndose a la exposición mediática que sufrió su compañía tras renunciar a diseñar el vestido de novia de Tamara Falcó. “Al final nos vimos expuestas a algo que no es nuestro objetivo; porque nuestro trabajo se basa en la honestidad y no podemos sucumbir a los caprichos de nadie”.

Ser reconocida como empresaria de éxito siempre es un espaldarazo, pero, ¿qué significa hoy dedicarse en Euskadi y en el Estado al mundo del diseño?

-Es un sector difícil como toda industria creativa. Estamos en la era digital, de la IA y las energías renovables, y aunque en Euskadi se esté impulsando bastante a las empresas creativas, el apoyo es muy reciente. Nunca es fácil conseguir capital, pero ante un buen proyecto que genere trabajo, no lo dejarán caer, ni desde el ámbito privado ni público. Aquí hay gente bastante emprendedora, muy comprometida, con capital, con ganas de ayudar a empresas emergentes y con gran cultura empresarial. Hemos de centrarnos en trabajar y crear, porque levantar cualquier empresa desde cero no es fácil. Requiere 24 horas los siete días de la semana. Alcanzar el objetivo depende cuánto estés dispuesto a dar de ti para lograr ese sueño.

Viendo sus diseños tan gráciles, la pregunta que surge es, ¿son arte o artesanía?

-Son diseño y artesanía. Tenemos un estilo definido muy basado en lo que somos nosotras; en ser honestas con nuestro trabajo, adaptándonos a lo que el mercado necesita. El diseño es minimalista, pero es perfecto en el patrón. Sofía es arquitecta y todo su arte impregna el diseño de marca. A veces se piensa que las piezas más recargadas y con muchos encajes son más complicadas de elaborar y, sin embargo, en lo sencillo, en lo simple, es donde más se ven todos los fallos. Por eso, los trabajos de patrón que tienen nuestros vestidos son brutales, para lo que contamos con un equipo de patronistas, todas de Bizkaia, maravillosas. 

¿Ser diseñador está de moda?

-Sí. Nadie se da cuenta de lo que supone, del trabajo que hay detrás, de las que cosen, que es pura artesanía. Porque lo textil se ha industrializado, pero tal y como nosotras lo hacemos no deja de ser artesanía. La inspiración es arte, pero el coser a mano, cómo hacemos con los patrones, es todo artesanal. Y resalto que la mayoría de las mujeres del equipo rondan los 50 o 60 años, llevan toda su vida trabajando con las manos y eso al final es artesanía.

"La mayoría de las mujeres del equipo rondan los 50 o 60 años"

¿Sus piezas son inspiraciones ex novo o se basan también en otros diseñadores?

-Es normal que tengamos nuestros referentes, como Balenciaga. Pero nuestros diseños tienen identidad propia, de cómo somos nosotras, de líneas rectas y bastante austeras. Vendemos la filosofía de nuestra forma de ser: piedra, hierro y madera, que es lo que somos aquí. Sin grandes ostentaciones elaboramos un diseño minimal en la línea de los movimientos luxury que están viniendo de EE.UU. En esto somos pioneras porque ya lo teníamos en Euskadi desde hace tiempo, donde éramos bastante austeros en nuestra forma de pensar, en nuestro vivir, independientemente de lo que tuviéramos en el banco.

Sophie et Voilà está muy especializada en moda de boda y éstas se reducen, ¿estos diseños tienen futuro?

-Tenemos dos líneas de negocio. Hasta ahora hemos hecho Bridal, pero a partir de la reflexión estratégica de 2023, hemos decidido que nuestros diseños vayan dirigidos a un cliente y un segmento de mercado muy concreto, pero que está en todo el mundo, que es enorme. Un nuevo proyecto de RTW (Ready to wear) se se lanzará en la prestigiosa plataforma American Moda Operandi. Con ella tendremos una capacidad enorme de crecimiento. Nuestra línea de ropa de calle tiene diseños versátiles, dirigidos también a ese lujo silencioso que ya se consume en España, envuelto en todo el movimiento de sostenibilidad, de hacer ropa duradera. 

¿Qué suelen pedir sus clientas, más originalidad en el diseño, que sea rompedor o les dejan las manos libres para sus trajes?

-Tenemos unas líneas propias en la colección Bridal. Las novias pueden ir a los 90 puntos de venta repartidos por todo el mundo para elegir. Algunas se lo llevan tal cual, otras lo acortan un poco, pero eso solo ocurre en-España, en otros países la gente va a la tienda y compra el vestido como está. De las que vienen para hacérselo a medida, algunas traen ideas. Nos suelen hacer caso, porque conocemos mucho los cuerpos de mujeres tras hacer más de 10.000 vestidos al año. Sabemos lo que les va a sentar bien o mal. Una cliente quería ir como Olivia Palermo. Le tuve que decir: “Es que tú no eres esa; tendrías que volver a nacer”.

"Conocemos mucho los cuerpos de mujeres tras hacer más de 10.000 vestidos al año"

¿Cómo fue la intrahistoria del traje de Tamara Falcó? ¿Fue capricho de una niña rica consentida?

-En su día ya ofrecimos el comunicado sobre lo que pasó. Nosotras tenemos nuestros principios muy claros y el primero es la honestidad, afianzada en siete años de trabajo, con todo lo que nos ha costado crearlo. No vamos a sucumbir, obviamente, a los caprichos de nadie, aunque se llame Tamara Falcó. 

Me ha comentado antes que tienen de referente a Balenciaga.

-Balenciaga inventó la moda; es normal que pongamos todos el foco en el diseñador de Getaria. Me pasa con frecuencia que, cuando veo desfiles me doy cuenta de que eso ya lo había hecho el maestro, porque Balenciaga lo hizo todo. ¡Cómo no vamos nosotros a tenerle de referente! Igual los franceses tienen otros, pero el nuestro es él.

En tiempos en que todo es a troquel, con millones de copias, ¿qué papel juega el diseño personal? ¿Esa exclusividad no es cara?

-Hacer ropa es caro. Realicemos un ejercicio de honestidad, porque somos los primeros en sacar la pancarta de sostenibilidad, pero ésta tiene que empezar en nosotros. Hago ropa en Bizkaia, tengo el taller en Bolueta y el atelier a medida en Bilbao, así que sé lo que cuesta hacer ropa aquí, cuando pagas salarios dignos y usas tejidos buenos. Pasear por la Gran Vía y ver a todo el mundo envuelto en fast fashion, significa que no estamos siendo honestos.

¿La sostenibilidad y dar las gracias al fast fashion es compatible?

-Hay que hacer un ejercicio sobre lo que queremos. Mi madre tiene un abrigo de Burberry comprado hace 40 años y hoy aún lo puede usar. Cada uno en conciencia debe de saber qué, dónde y cómo tiene que comprar, para luego no echarnos las manos a la cabeza cuando pasan cosas. No podemos hablar de sostenibilidad y adorar el fast fashion. Con este modelo estamos siendo cómplices de explotación humana, y lo digo porque sé lo que cuesta la moda. Todos tenemos las manos un poco manchaditas de sangre.

Mercedes de Miguel, Javier Barroeta… ¿Tenemos un buen nivel artístico profesional en moda vasca?

-A Mercedes le tengo mucho cariño, le admiro mucho y a día de hoy estoy segura de que hay también otros grandes emprendedores. Cuando Sofía, como artista, puso en marcha nuestro proyecto, supo ver sus carencias de gestión y me llamó para explicármelas y montar una estrategia empresarial para crear una industria de moda. Compartir ese proyecto conmigo nos ha llevado adonde estamos ahora. Al ser las colecciones muy personales, muchas veces a los artistas les cuesta compartir sus proyectos, pero las cosas hay que hacerlas con visión empresarial. Proyecto artístico y estrategia empresarial deben ir de la mano. El producto es importante, pero como suele decir mi suegro, las mejores películas de Hollywood probablemente estén en el cajón.

¿A quién van dirigidos sus productos?

-En la línea que estamos haciendo de calle ofrecemos esa parte de buen patrón, calidad y versatilidad. Pensamos en una mujer ejecutiva, que viaja, que anda como nosotras, de un lado a otro, que a la mañana va a la oficina y a la tarde acude a un evento, que sale de casa para todo el día. Al final, en una maleta de mano tienes que meter cinco prendas, y necesita que con ellas pueda hacer siete u ocho looks y estar siempre perfecta.