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Eduardo Iribarren

Director de Noticias de Gipuzkoa desde 2018

Negacionismo

La sensibilidad política y social hacia esta amenaza se ha relajado, entre otras razones, porque no existe una voluntad real de sacrificar la calidad de vida que proporciona la economía basada en el consumo de los combustibles fósiles.

NegacionismoJulen Rekondo

Hay que reconocer que en la lucha contra el cambio climático cualquier tiempo pasado fue mejor. La sensibilidad política y social hacia esta amenaza se ha relajado, entre otras razones, porque no existe una voluntad real de sacrificar la calidad de vida que proporciona la economía basada en el consumo de los combustibles fósiles.

Los científicos son nuestro canario en la mina. Con puntualidad, nos alertan de que los indicadores que toman la temperatura del calentamiento global no evolucionan al ritmo necesario, con las consecuencias que vienen sucediendo aquí y allá. Pero cada vez somos más sordos a su canto.

El punto de no retorno que establece el momento en el que será imposible cumplir con el Acuerdo de París se acerca irremisiblemente. De hecho, ya se asume que el objetivo de no rebasar los 1,5 grados respecto a la época preindustrial es imposible. La meta se está trasladando a los dos grados.

El acuerdo, del que se cumplen diez años estos días, fue histórico por sus objetivos y por la adhesión casi unánime que logró en todo el mundo. Solo Libia, Irán y Yemen no se subieron al carro, del que luego se bajó Estados Unidos por voluntad de Donald Trump. Pero a día de hoy, renovar un pacto como aquel se antoja una utopía, tal y como se ha visto en la reciente cumbre de Belém. El negacionismo está muy fuerte, esa es la realidad.