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Mesa de Redacción

Carlos Marcos

Hipersábado

El ocio de las familias pobres consistía, hace no tanto, en pasar la tarde del sábado en el hipermercado

HipersábadoN.G.

El ocio de las familias pobres consistía, hace no tanto, en pasar la tarde del sábado en el hipermercado. Con la excusa de hacer la compra semanal, quincenal o mensual (según lo vacía que estaba la cartera), mientras los padres hacían la compra se aparcaba a los más peques delante de la tele (que siempre ponía dibujos animados), los que sabían leer eran abandonados en el suelo de la sección de cómics y a las fieras adolescentes se las calmaba enchufadas a un primitivo Spotify con forma de torreta con auriculares y cuatro botones: p’alante, p’atrás, subir y bajar volumen. Con el carro entre las manos, conduciendo por angostos pasillos repletos de gente con el mismo propósito, los padres de familia trataban de encestar ofertas vistas en el periódico un día antes, con la leche y el aceite como principales reclamos. Eran tiempos anónimos sin tarjetas de fidelización y mucho menos apps en un móvil por inventar en los que el híper competía, a lo más, con la tienda del barrio. Hoy nos dicen que, según qué establecimiento elijamos podemos ahorrar hasta 1.500 euros al año y nos bombardean el móvil con descuentos que incitan a elevar el gasto. Y sin embargo, ya no hay niños en cada esquina del híper porque se consideraría abandono, compramos a la carrera y tratamos de salir cuanto antes para seguir gastando, más, en otro sitio lo que creemos haber ahorrado. Porque hoy llamamos ahorro a reubicar el gasto.