Ayer se cumplieron 40 años desde que se envió el primer correo electrónico en el Estado. La comunicación instantánea fue una revolución que cambió la forma de relacionarnos. Hoy en día nos ponemos nerviosos cuando no recibimos respuesta inmediata a un whatsapp, medio que los periodistas hemos hecho tan nuestro que hasta las notas de prensa se envían por ahí. El problema de la comunicación instantánea son los errores, ortográficos, gramaticales y, sobre todo, de interpretación que puedan dar lugar a malentendidos. ¿Quién no se ha enfadado por un mensaje equívoco?
Dejamos de lado una somera reflexión sobre el contenido, ni siquiera nos tomamos unos segundos para pensar qué escribir y a quién, esos conceptos que en la Teoría de la comunicación denominábamos mensaje y receptor. El canal lo ha transformado todo en el presente y apenas se logran vislumbrar las implicaciones que tendrán en nuestra vida diaria las nuevas revoluciones que llaman a la puerta. La IA ya ha entrado, pero le siguen, de cerca, la nanotecnología y la tecnología biónica, alertan los expertos. Apenas somos capaces de distinguir las informaciones o imágenes falsas y mientras el mensaje manipulado cala hondo. El desmentido, en cambio, llega tarde.