Es bien conocido, como en este mismo foro venimos apuntando, que Donald Trump es poco amigo de quien no le baila el agua. Es decir, todo aquel que no le ríe las gracias ya no pertenece a su séquito de, como decía aquél, abrazafarolas. Y tratándose de tal espécimen, o estás con él o contra él. A estos los trata de machacar mofándose, criticándoles... En definitiva, arremetiendo con las armas más insospechadas. Aunque, eso sí, ya son muchas las ocasiones que le ha salido el tiro por la culata. El último ejemplo, antes de sus mediáticas negociaciones con la UE por los aranceles, es el que ocurrió en su comparecencia con el presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell. El presidente de EEUU, que tiene al del banco central en el punto de mira por no bajar los tipos de interés, entre otras cuestiones, trató de ponerle en entredicho de forma inesperada, a contrapié, como se suele decir, en la visita a la obra de renovación de dos edificios que sirven de sede a la Fed. Ataviado con un casco, Trump declaró que la reforma había costado 3.100 millones de dólares. Powell, al tiempo que negaba con la cabeza, le pidió los datos. Y tras pasarle el papel, este le advirtió que había incluido un tercer edificio construido ¡hace cinco años! “Da igual. En cualquier caso, es mucho dinero”, respondió Trump sin ningún tipo de rubor por si colaba. Una más. Y ya van...
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