En 2023 les conté que la única manera para que una noticia de Cultura fuese la más leída debía incluir en su titular las palabras “Real Sociedad”. Era una época en la que los grandes artistas pasaban de largo de Donostia y acabé aventurando que jamás escribiría algo que dijese Springsteen conquista Anoeta, el estadio de la Real Sociedad. Como siempre, me equivocaba en casi todo. Ahora que vuelve a haber conciertos en el recinto, solo citar el nombre del Boss sirve para acumular miles de visitas, aún más cuando se escriben reportajes, entrevistas y crónicas de la calidad que han ofrecido mis compañeros Napal, Miner, Andrés Portero y Zubiria. Por mi parte, tenía pensada una sesuda pieza sobre el prohibitivo aumento de las entradas, la desaparición de la clase media en los conciertos, la inyección de 1,2 millones de dinero público para que a alguien le cuadrasen las cuentas y relacionarlo con el concepto de héroe de la clase obrera, pero... me dio pereza. Yo, que he sido un gran seguidor del de New Jersey, me siento afiliado al hastío, quizá, por que el de Anoeta es el place to be, quizá por lo poco espontáneos que son ya sus bolos, o quizá porque su discurso leído en tablet no me llega. Pero como me puede el ansia, compré la entrada más barata, porque sé que durante tres horas Springsteen conseguirá, desde las pantallas por donde le veré, hasta que arranque a bailar. La pereza se esfumará hasta mañana, cuando recuerde que siempre es final de mes y que de visitas no se come.