Si por cuestiones de Agenda 2030 se impulsara algún tipo de prohibición o restricción por el uso del vehículo privado, ¿podría realizar sus desplazamientos en transporte público?”. Esta pregunta se incluyó el pasado mes de junio en una encuesta encargada por iniciativa de Bidegi sobre movilidad en Gipuzkoa. Los globos sonda en política no se inventaron ayer y esto, que no parece muy distinto, viene seguramente con el aval del libro de ocurrencias salvadoras de la Comisión Europea. El objetivo suele ser calibrar hasta dónde se puede putear a la gente, sin que le entren ganas de quemarlo todo. Pero el jueguecito éste de buscar el límite, siempre en pos del bien común, por supuesto, creo que algún día se nos va a ir de las manos. Vivimos tiempos en los que el presidente de EEUU sugiere sin reparos que su fabricante de armamento de cabecera debería poder apagar los aviones a un cliente (país) en remoto; tiempos en los que tu banco, a las primeras de cambio, te amenaza con cancelar la cuenta corriente de toda la vida si no le actualizas el DNI, porque así se lo ordena el Gobierno; un año en el que nos venden la moto del euro digital, que no parece más que la antesala de un corralito 2.0; y a mí me da por pensar, y esto no me lo quito de la cabeza, que hace tiempo que conducimos en dirección equivocada.