Como muchas personas, sigo con preocupación, más allá del horror ante tantas muertes, lo que ocurre en distintos conflictos alrededor del mundo. En lugar de buscar la paz, hay gobernantes que parecen tener una sed de sangre insaciable. Por supuesto, los que defienden la violencia, también aquí, normalmente son aquellos que no van a enviar a sus hijos a la muerte. Es muy fácil defender la carnicería cuando no te va a afectar ni a ti ni a los tuyos. El problema, uno de ellos, es que muchas veces influyen en la opinión pública personajes que promueven el odio. La guerra siempre es entre personas que no se conocen de nada y que no se han hecho nada, matándose por el capricho de unos pocos que los controlan. Por eso, los que sí nos veríamos obligados a participar no debemos comprar discursos de odio de ningún tipo. Porque hacen olvidar que todos somos igualmente seres humanos. Conviene pensar de dónde te puede venir un odio concreto y dónde lo has aprendido, ya que muchas veces proviene de un líder, ya sea de opinión o de otro tipo, que te lo ha inoculado. Es necesario darse cuenta de que, ante cualquier conflicto, esos odiadores profesionales y sus familias no estarían. Como he dicho al principio, es muy fácil promover la guerra si tú no vas a formar parte de ella.
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