Aprovechando la sequía informativa de este mes de agosto en Euskadi, puede ser una buena ocasión para desengrasar esta columna con un asunto cotidiano aunque no menor porque se refiere a las relaciones humanas. Me ha llamado la atención la campaña que ha puesto en marcha la hostelería de la comarca de Baztan-Bidasoa para fomentar la buena educación entre los clientes. Según cuentan, en los últimos tiempos han detectado un aumento de los comportamientos irrespetuosos hacia sus trabajadores y con la ayuda de los ayuntamientos han diseñado una iniciativa en clave positiva que alude a algo tan básico como saludar y dar las gracias. Kaixo eta mila esker es el mensaje, un sencillo gesto de amabilidad que ayuda a romper las distancias y a suavizar la comunicación entre las personas. Está demostrado que la amabilidad, que se manifiesta de muchas maneras y desde luego en el saludo y el agradecimiento, es rentable tanto para el que la ejerce como para el que la recibe, porque dignifica a ambos. Hablar de modales, o de la falta de ellos, puede parecer un asunto de viejos, de nostálgicos de un pasado perdido. Pero la buena educación no es una cuestión de modas y sí de educación en el otro sentido. Su falta se percibe en muchos ámbitos, no solo en la hostelería, y esa ausencia no tiene que ver con la edad, la condición social, ni la capacidad intelectual. Se tiene o no se tiene buena educación, se es o no se es amable. Ni se compra, ni se vende.