Elisabeth Noelle-Neumann nació en Berlín en 1916, caer enferma evitó que trabajara para Goebbels, lo hizo para la CDU (Adenauer, Merkel...) y pasó a la historia por alumbrar la teoría de la espiral del silencio. Por miedo a quedarnos aislados, acallamos nuestra opinión y la moldeamos a la que percibimos mayoritaria. Este 2024 parecía que mandaba la ultraderecha en Meiningen (20.000 habitantes en el centro del país). Cada lunes se concentran unas decenas de asistentes con banderas imperiales y un himno oficioso, L’amour toujours que editó Gigi d’Agostino el año 2000 y que jóvenes alemanes aprovechan al grito de “Ausländer Raus” (fuera los extranjeros) en el estribillo. Ese discurso colateral hace años, de negacionistas y chalados, parece normalizado con la AfD. Y más agresivo. Hasta hace unos días: en esa misma plaza de la ciudad –gobernada por el SPD–, también los Verdes piden parar la guerra de Ucrania, los agricultores protestan y una convocatoria frente a la AfD sumó más de 1.000 asistentes que estaban callados. La crónica deliciosa de Livia Gerster en el FAZ termina con un diálogo entre a partidarios de ambas concentraciones. Una pregunta les manda a la raíz del Ausländer Raus: “¿Te sientes interpelado por las deportaciones de hace 80 años?”. La respuesta significa elegir pancarta en la plaza.
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