Ecologistas han pedido a las sociedades gastronómicas que no sirvan angulas por San Sebastián, ya que la especie se encuentra en alto peligro de extinción. O sea, igual que las sociedades exclusivamente masculinas. Creo, además, que las sociedades que ofrecen angulas en el menú no tienen socias. Me parece que las etxekoandres miramos algo más el euro en las compras y que en las sociedades mixtas ese bocado ha pasado a ser directamente historia. No conozco a nadie que compre angulas de modo habitual. Quizá lo hagan en secreto, si tienen el monedero a rebosar y se quieren dar el gusto. Estos pececillos se han dejado de vender, incluso casi de pescar porque no hay. Puede que se hayan extinguido ya. Sí conozco, por el contrario, a muchas personas a las que les encantan las gulas, un sucedáneo se ha ido haciendo un hueco en los menús de muchos hogares y que mantiene un cierto glamour festivo, heredado de las verdaderas angulas. Por eso, el consejo ecologista llega un poco tarde. Como sucede con el ponerse o no la mascarilla en los centros de salud. Mientras los responsables públicos debaten sobre el tema, las consultas (no respiratorias) del hospital ofrecen un paisaje general de medio rostro tapado, sin esperar a que nos lo manden.