En estos tiempos en los que las noticias falsas son tan fáciles de crear, gracias a fotos y vídeos editados, Inteligencia Artificial y otras herramientas, los periodistas nos vemos muchas veces obligados a confirmar cualquier presunta novedad aparecida en las redes. El pasado jueves, la noria de Alderdi Eder se estropeó y los bomberos tuvieron que rescatar a decenas de personas de la atracción. Era el Día de los Inocentes y las primeras imágenes que vi no me parecieron de La Concha. Se veía un trozo de cielo y otro de noria junto a una barquilla de camión de bomberos Magirus, como los de muchas ciudades. Me puse a escudriñar las imágenes en busca de descubrir si era o no una inocentada y decidí que sí. Incluso avisé a quienes tenían que escribir la noticia, en caso de que fuera real. Menos mal que no fueron tan incrédulos como yo y, tras hacer su trabajo, dieron cuenta rápido de la noticia. Entonces, viendo más imágenes, me quedó claro que el suceso era real. La incredulidad se me ha pegado en exceso y, por no creerme lo que no es, voy a terminar no creyendo lo que es. Como en todo, el equilibrio es lo ideal y me propongo buscarlo este año. Deseo, además, que llegue a todo el mundo y que cuando termine este 2024 la palabra del año no sea polarización sino todo lo contrario.