El autobús va lleno. He tenido suerte y voy sentada, pero la gente de mi alrededor está muy cerca. Oigo por detrás a dos chicos hablando en árabe. Lo único que distingo son palabras como “Intxaurrondo” o “treinta y tres”. Por puro cotilleo escucho absurdamente a ver lo que pillo. Nada. Pero tengo otras chicas, de pie frente a mí, a la misma distancia, que también están charlando de sus cosas en plan así, porque Asier no ha recogido la habitación en plan porque le da la gana y, oye, en verdad, me he estudiado el primer librito en plan hacerlo cuanto antes. Ahora que gracias a algunos humoristas y deportistas famosetes creo que ya distingo el acento murciano, noto que estas chavalas, que se llaman Jone, Amaia, etc..., hablan como en panocho. Se me hace raro, pero no es la primera vez que escucho hablar a las veinteañeras con un tonillo parecido al de la región levantina. Me pregunto de dónde lo sacarán y sólo se me ocurre que les llegue de alguna influencer de prestigio. Dejo de cotillear, porque su conversación pasa a ser demasiado privada y, sobre todo, porque me tengo que bajar. Me levanto y les pido hueco para salir. “En plan... ¿me dejáis pasar, porfa?”. Me miran raro. No sé por qué será. A la próxima ensayo el acento murciano.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
