La iglesia de los Franciscanos de Atotxa, en Donostia, ha tenido que cerrar sus puertas a causa del covid. De los siete frailes de la comunidad, tres se han contagiado, por lo que, tras estudiar la situación, han decidido clausurar el templo hasta que el virus haya sido expulsado. Un cartel expone la situación en la puerta de la iglesia desde el pasado miércoles.

Así lo explica a NOTICIAS DE GIPUZKOA el párroco Florentino Arruti, uno de los franciscanos que reside en el convento y dirige las misas a los feligreses del barrio. "Estuvimos pensando qué hacer porque a misa vienen muchas personas mayores y no queríamos que hubiera problemas", explica.

Finalmente, optaron por cerrar para mayor seguridad. Arruti recuerda que, en el pasado año, la comunidad de los Jesuitas del Santuario de Loiola también tuvo que suspender su actividad unos días.

Las misas que se ofrecen a diario en Atotxa, a las 12.00 y las 19.30 horas, han quedado suspendidas hasta que se sanee la situación y lo mismo pasa con los funerales. "Pero resulta que esta semana no ha habido ninguna llamada para celebrarlos. La semana pasada, sin embargo, hubo todos los días", dice Arruti, que añade que "tampoco es lo normal".

Si fallece algún miembro de esta parroquia, se invitará a la familia a retrasar unos días el funeral o acudir a otra iglesia, explica el párroco.

Los frailes afectados por el covid tienen de 70 años en adelante y están todos vacunados. El virus les ha atacado de modo benigno. Uno de ellos ya salió negativo el pasado jueves y otro lo estará enseguida. El tercero tendrá que esperar a la próxima semana. "Y tocamos madera que no salgan más", dice el párroco, natural de Urrestilla y con casi cinco años al frente de la iglesia de Atotxa.

A pesar del virus, la tranquilidad parece reinar en el convento de Egia. "Los afectados están encerrados en su habitación y no hay ningún problema", explica otro miembro de la congregación, Víctor Garamendi, de 84 años, natural de Lekeitio, aunque con once años ya se trasladó a Arantzazu. Este fraile recuerda que, a pesar de estar la iglesia cerrada, siempre hay alguien en la puerta ya que a veces tienen que dar acceso a un local de Cáritas y otras cuestiones.