ímbolo del barrio de Musakola y ejemplo de la arquitectura neo-románica, la ermita de San Isidro cumple casi tres años cerrada al culto. Aquejado de algunos achaques propios del paso del tiempo -se levantó hace 76 años-, el edificio pide a gritos que se le atienda: un lavado de cara, mantenimiento y mejoras para volver a ponerse en forma.

Ayer, de manera excepcional, la ermita se abrió en el día del patrón, San Isidro. Vecinos y vecinas del barrio arrasatearra tuvieron la ocasión de atravesar la puerta que echó el cerrojo en 2018. Fue una apertura puntual, pero quieren que sea definitiva. “Es una ermita emblemática para Musakola y exponente del patrimonio cultural del municipio. Pedimos que se le dote del mantenimiento que merece y se conserve”, reivindica el movimiento bautizado como Amigos de San Isidro, que agrupa a musakolarras y arrasatearras con sensibilidad por el patrimonio local.

Emplazan al Obispado de San Sebastián, propietario de la capilla, y al Ayuntamiento a que muevan ficha para acercar posturas y “desatascar” el cierre de la ermita. Su reforma requiere, en su opinión, de actuaciones como “un fuerte repaso al tejado con su retejo correspondiente y sustituir las piezas en mal estado del maderamen”.

En julio del año pasado circuló el comentario de que la ermita se encontraba en proceso de venta al Consistorio por parte de la Diócesis de Donostia. Además, el rumor de su derribo disparó la voz de alarma entre los vecinos que mostraron su preocupación por el futuro del edificio que mandó construir la Unión Cerrajera, y que en la década de los 80 vendió al Obispado. El Ayuntamiento negó que tuviera intención de “comprar o demoler” la iglesia e, incluso, instó a su propietario a “donarla al barrio de Musakola y al pueblo de Arrasate”.

Informó, asimismo, de que en 2017 se realizó un estudio para conocer el coste de la rehabilitación de la cubierta que el Consistorio, según señaló entonces, estaría dispuesto a arreglar si se “prolongaba por más años” la cesión del local contiguo que alberga el hogar del jubilado de Musakola. Cuando se acometieron las obras para adecuar el citado servicio en el antiguo salón parroquial de la ermita, fue el Ayuntamiento el que asumió la correspondiente inversión en el marco de un contrato por el que, a cambio, el Obispado le cedía el local para su explotación como hogar del jubilado, exento del alquiler en el periodo 2005-2015, prorrogable por otros cinco años más.

En este tiempo la parroquia arrasatearra y los responsables municipales han mantenido distintas reuniones y puesto sobre la mesa sus respectivas opciones. Los vecinos apelan a la búsqueda de “sintonía” para alcanzar un acuerdo y devolverle a esta construcción su uso religioso e, incluso, explorar la posibilidad de acoger simultáneamente otras actividades. Con la mirada puesta también en mayo de 2022 para, si la situación lo permite, celebrar el día de San Isidro en la ermita que cobija al patrón de Musakola.