El británico Robert Plant (Staffordshire. 1948) es ya historia viviente y uno de los vocalistas más dotados del rock desde que liderara Led Zeppelin. A sus 77 años se muestra tan alejado de la jubilación como de su anterior imagen y vida de estrella del rock. Lo demuestra su 10º disco en solitario, Saving Grace (Nonesuch.Warner), con versiones entre el folk y los sonidos étnicos y el blues calmo, que coincide con una edición de lujo de uno de los discos claves de su antigua banda, Physical Graffiti, en el 50º aniversario de su edición.
Saving Grace, además del nuevo disco de aquel melenudo de voz expansiva, vaqueros increíblemente ceñidos e imán de groopies en los 70, es también el nombre de la banda que le acompaña en los últimos años, un variopinto grupo de músicos con el que le vimos en Miribilla –en petit comité, lamentablemente– en 2016 y que le acompaña ya lejos de los alardes vocales de antaño y contoneos de macho, pero libérrimo y en muy buena forma.
Plant, que conserva su melena leonina aunque su perilla está atravesada de canas, parió Saving Grace durante el confinamiento en la campiña inglesa, tocando en su granero y en el campo, con el cielo como cúpula. Disco de 10 versiones –de Memphis Minnie y Blind Willie Johnson a Moby Grape, Martha Scanlan, Low, Sarah Siskind, The Low Anthem...–, destaca por la voz coprotagonista de Suzi Dian, dueña de “un estilo melancólico, frescura y entusiasmo”, indicó Plant a Rolling Stone.
El resto de la banda la completan el baterista Oli Jefferson, esposo de Suzi; el guitarrista Tony Kelsey; el banjista y músico de cuerda Matt Worley y el violonchelista Barney Morse-Brown.
PERDIDO Y RESCATADO
“Es un cancionero de lo perdido y encontrado”, explica Plant sobre unas versiones que exploran la música de raíz global. A dos voces, con Dian copando protagonismo aunque sin hacernos olvidar a su antigua colaboradora Allison Krauss, Plant interpreta buscando la emoción, no el alarde ni la pirotecnia vocal de antaño, ya imposible. Fruto de su evolución, acorde con su edad y sin renegar de los afluentes que han enriquecido el río madre –diferentes corrientes de la tradición–, Plant firma un trabajo consecuente y honesto, cantado con sentimiento, convicción y elegancia.
Alternando ambientes acústicos y eléctricos, se luce en pasajes country folk, a ritmo de banjo, en Chevrolet; se acerca al folk británico en Ticket Taker; introduce bellísimos ecos árabes electrificados en As I Roved Out; domina el blues desértico de corazón soul con guitarras trémolo en Soul Of A Man; rescata el acervo celta en esa declaración de independencia femenina ligada a la Familia Carter titulada I Never Will Marry; se zambulle en aires psicodélicos en Gospel Plough y se electriza en Higher Rock, demostrando su maestría al conjugar rock y blues. No llega al sobresaliente de Raising Sand y Raise The Roof, sus dos trabajos con Allison Krauss… pero se le acerca.
LED ZEPPELIN
Y coincidiendo con este nuevo álbum, se publica la edición de lujo y actualizada que celebra el 50º aniversario de Physical Graffiti, el sexto disco de Led Zeppeli y uno de los discos clave de la historia del rock. Paralelamente, se edita un nuevo EP en vinilo que incluye cuatro grabaciones en vivo tomadas en Earl´s Court, en 1975, y en Knebworth, cuatro años después.
Physical Graffiti, editado en febrero de 1975, alcanzó la categoría de disco de platino y recientemente ha sido certificado 17 veces disco de platino. Su enorme éxito comercial –acumula ventas de más de 15 millones de copias– fue equiparado al entusiasta recibimiento de la crítica. Estilísticamente, sus canciones “van de un extremo a otro”, según Plant, pero “me encanta y funciona como un disco doble porque incluye temas muy potentes”, apostilla.
Considerado como uno de los mejores álbumes dobles de todos los tiempos, los 15 temas originales representan un viaje creativo que explora la dinámica gama musical de la banda, desde el rock impulsivo, minimal y hard de Custard Pie, con un solo fastuoso de Jimmy Page y la armónica de Plant echando humo, a la exótica y orquestada Kashmir, considerada “nuestra obra maestra” por la propia banda.
El tema, de casi 9 minutos, es heredero de sendos viajes a India y Marruecos –“soy viajero del tiempo y el espacio”, se oye– y destaca junto al funky groove de Trampled Under Foot, de herencia claramente funk a lo Stevie Wonder, y la extensa In My Time Of Dying, de 11 minutos, en la que se demuestra la conjunción y conexión de sus integrantes y en la que Plant, entre las coces de la batería de John Bonham y los lamentos de blues rock y slide de Page, renegaba de los duelos posteriores a su muerte.
Psysical Graffiti, que integró canciones nuevas con otras supervivientes de sesiones previas, es también el disco del sintetizador psicodélico de In The Light: del hard blues Sick Again, donde Plant alardea de experiencias con seguidoras quinceañeras; de la rockera Houses of the Holy; del riff melódico inolvidable de The Rover; de una Down By The Seaside inspirada en el country folk de Neil Young, y, como contraste, la calidez acústica e instrumental de Bron-Yr-Aur, heredera del folk británico. “Quisiera que fuéramos recordados más por Kashmir que por Stairway To Heaven”, dijo Plant en su día. Por algo será.