Un canto a la donación en ‘La memoria del corazón’
La escritora beasaindarra Kristina Galarraga ha publicado su décima libro, disponible en Ion Loterías y Estanco Oriamendi
Kristina Galarraga Zeberio (Beasain, 1968) descubrió en la escritura una forma de sanar, pero con el tiempo se convirtió en mucho más que una herramienta terapéutica: fue el punto de partida de una trayectoria literaria que no ha dejado de crecer. Historia tras historia, ha sabido ganarse un lugar en el mundo de las letras, conquistando lectores más allá de las fronteras de su localidad natal.
Desde que comenzó a escribir en 2018, Galarraga no ha dejado de crear. Con una constancia admirable, ha publicado un libro por año, y en algunas ocasiones incluso dos. No escribe por obligación ni por calendario: las historias, dice, le surgen de forma natural. Tiene una imaginación muy activa, y cuando una idea le atrapa, la desarrolla sin forzar nada. Aunque ha explorado distintos formatos, reconoce que la novela es el género con el que más disfruta.
Este verano ha visto la luz La memoria del corazón, su décimo libro. Se trata de una historia que, pese a ser ficticia, podría ser completamente real. Porque los personajes, las emociones y las situaciones que se narran bien podrían existir. “Hay vivencias reales que superan la ficción”, sostiene la autora, que siempre escribe desde el corazón, y reconoce que en cada una de sus obras hay algo de sí misma.
La semilla de esta historia germinó tras ver un vídeo en el que un padre escuchaba los latidos del corazón de su hija fallecida en el cuerpo de la persona que lo había recibido. Aquella escena le conmovió profundamente y le hizo reflexionar sobre el valor de la donación de órganos. “Me impactó tanto que quise dar visibilidad a este tipo de casos. Donar puede dar una segunda vida a otras personas”, explica Galarraga, que además de escribir sobre ello, predica con el ejemplo: ella misma es donante.
Con una constancia admirable, ha publicado un libro por año, y en algunas ocasiones incluso dos
Así nace La memoria del corazón, una historia que sigue a Laura, una madre que debe tomar la decisión más difícil de su vida: donar el corazón de su hijo Ander, de solo trece años, fallecido de forma repentina. A partir de ahí, la historia da un giro radical cuando Laura conoce a Amadi, un niño africano de doce años que recibe el corazón de Ander. El pequeño empieza a experimentar cambios profundos en su personalidad, gustos e intereses, como si una parte del donante viviera aún en él.
La novela va más allá del trasplante. Laura se reencuentra con Daniel, su primer amor y el cardiocirujano que ha hecho posible la nueva vida de Amadi. Juntos formarán una familia adoptando no solo al niño, sino también a Susana y Pablo, dos compañeros del orfanato. Más adelante, Laura descubre que Patxi, un pastor de ovejas, es su padre biológico, y la historia culmina con el nacimiento de Daniela, fruto de su amor con Daniel. Además, Laura hallará finalmente la respuesta que tanto anhelaba encontrar.
Considera que la historia y sus valores pueden enriquecer a cualquier persona
La historia ha removido emociones intensas en la autora. En particular, dice haber sentido una profunda conexión con Laura, la madre protagonista. “Empaticé muchísimo con ella, porque yo también perdí a mi hijo de forma fulminante”, confiesa. Este paralelismo personal ha hecho que escribir la novela haya sido, a la vez, doloroso y sanador. De hecho, al terminarla, sintió una profunda paz. “Me involucro tanto con los personajes que hasta los sueño”, dice.
Kristina asegura que La memoria del corazónestá dirigida a lectores de todas las edades: niñas y niños, jóvenes, adultos, y lo que ella llama, tercera juventud. Y es que considera que la historia y sus valores pueden enriquecer a cualquier persona. Con esta novela, ella quiere transmitir un mensaje universal sobre la importancia de la donación de órganos, un acto de generosidad que puede salvar vidas y regalar segundas oportunidades. Para apoyar esta causa, ha decidido donar los beneficios obtenidos por la venta de los primeros diez ejemplares a la Asociación de Enfermos Renales de Gipuzkoa.