Los hermanos Paco y Ricardo Burguera han sustituido el antiguo cierre del órgano de Legazpi, que era de planchas de madera, por cuatro placas de metacrilato. Las placas han sido donadas por la empresa Plasnor. El objetivo de la intervención es mostrar las tripas del órgano. De este modo, los visitantes pueden conocer el mecanismo del instrumento.

Los hermanos Burguera forman parte del equipo que se encarga del mantenimiento de la parroquia y se embarcaron en este “desafío” para dar un nuevo aire a la entrada al órgano. “Me preguntaba si no habría otra manera de decorar el pasillo, de dar más luz al acceso del segundo coro e incluso de pintarlo de otro color”, comenta Ricardo. Llegó a la conclusión de que lo mejor sería quitar el panel del órgano y sustituirlo por cristal para que se viera el interior del instrumento. “Esa ventana sería la decoración del pasillo y además serviría para mostrar la increíble maquinaria que hace sonar a este fantástico instrumento musical”.

Trasladaron su idea al párroco Fernando Altolagirre y a la organista Ainhoa Enatarriaga, que dieron su visto bueno. “Finalmente, se habló con el organero Denisse, encargado del mantenimiento, reparación y afinación del órgano de Legazpi. No sólo estaba de acuerdo con la idea, sino que nos animó a hacerlo, siempre y cuando no se interviniera en nada que afectara a la estructura ni al mecanismo del órgano, como así ha sido”.

800 horas

Los hermanos Burguera comenzaron los trabajos en agosto y los han finalizado en febrero. Han dedicado unas 800 horas de trabajo y los gastos han sido mínimos: la compra de 35 metros de luces led, 100 metros de cable especial para led, un cristal templado para la puerta de acceso al interior del órgano, varios botes de pintura, líquido anticarcoma y tornillos.

El órgano de Legazpi data de 1905. Se trata de un órgano romántico de transmisión neumática, compuesto por dos teclados y un pedalier. Cuenta con 1.348 tubos sonoros y 28 mudos y dos fuelles. “Fue fabricado por el mejor constructor de órganos de España en la segunda mitad del siglo XIX: el azpeitiarra Aquilino Amezua. Construyó también los de las catedrales de Sevilla y de Valladolid y el de la iglesia de San Miguel de Oñati. A principios de los años 60 fue reconstruido por la empresa Amezua y Cía de Hernani”.