Elkargunea fue testigo ayer de la presentación de Azkoitia Oroimena (www.azkoitiaoroimena.eus), una web promovida por el Ayuntamiento de Azkoitia a la que ha dado forma la Sociedad de Ciencias Aranzadi y en la que se recogen vulneraciones de derechos humanos sufridas por azkoitiarras en el periodo de Guerra Civil y la dictadura franquista comprendido entre 1936 y 1959. Un equipo de antropólogos, historiadores y criminólogos ha llevado a cabo entrevistas a víctimas directas y a allegados en un trabajo de recopilación que, tal y como manifestó Javier Buces, responsable del área de Memoria Histórica de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, “trata de dar a conocer la verdad de lo que sucedió y, en la misma medida, pretende servir de reconocimiento a las víctimas de la dictadura franquista en ese periodo”. De momento, el listado de víctimas incluye los datos de 703 azkoitiarras y refleja 1.065 vulneraciones de derechos, desde muertes en combate (77) a muertes en bombardeos (8) y juicios extrajudiciales (9), pasando por condenados a muerte (4), así como vecinos sometidos a consejos de guerra (157), enviados a campos de concentración (40) y a batallones de castigo (90). El estudio se hace eco, entre otros casos, de vulneraciones en forma de sanciones económicas (56), confiscación de bienes (78) y casos de vecinos obligados a abandonar Azkoitia por miedo a las represalias (269).

¿Qué hay detrás de la idea de crear la web Azkoitia Oroimena?

El objetivo principal era poner nombres y apellidos a las víctimas del franquismo en Azkoitia. Conocemos los sucesos de la guerra a grandes rasgos (cuándo llegaron las tropas franquistas; quiénes fueron los principales protagonistas de la contienda; los hechos más significativos;...) pero había un déficit democrático en relación a las personas que sufrieron de manera directa la dictadura entre 1936 y 1959. Queríamos conocer, con nombres y apellidos, a las víctimas de esa guerra y de la dictadura posterior, a los que fueron asesinados, torturados o encarcelados, a los que tuvieron que huir de su pueblo y a aquellos que sufrieron castigos como la pérdida de sus puestos de trabajo. Ahora, cada víctima tiene una ficha con sus datos personales, el tipo de vulneración de derechos que sufrió y las pruebas que lo apoyan (documentos, testimonios,...). Es una lista abierta a la que se podrán incorporar nuevos casos y nombres en la medida que haya vecinos que quieran seguir realizando aportaciones.

¿Cuáles han sido los principales problemas que han tenido que afrontar a la hora de recabar información?

Partimos de la base de que llegamos tarde. Muchas víctimas directas de la represión franquista en ese periodo ya no están entre nosotros. Muchos de los testimonios son de hijos y nietos de aquellas personas, pero la implicación de los azkoitiarras ha sido muy positiva. Había necesidad de contar lo que se vivió en aquellos años. Cuando hablamos de memoria histórica y derechos humanos hablamos de verdad, justicia y reparación El primer paso, saber lo que sucedió, todavía no se había dado. Ahora ya tenemos esa información. Era algo que la gente demandaba y que pienso que se debería haber llevado a cabo antes.

Algunos de los entrevistados hablan de lo que se vivió tras años de silencio. Los críticos con todo lo relacionado con la memoria histórica utilizan términos como deseo de revancha o venganza a la hora de analizar iniciativas como Azkoitia Oroimena, en las que se revisita la dictadura franquista.

Han pasado muchos años pero no podemos olvidar que hablamos de víctimas que tienen todo el derecho a contar lo sucedido con nombres y apellidos. No hemos encontrado ánimo de revancha ni en Azkoitia ni en ningún otro lugar en el que hemos llevado a cabo un trabajo de este tipo. Lo que hay es un deseo de justicia, de dar a conocer lo que sucedió en aquel periodo y a quienes sufrieron la represión franquista, y de dar por cerrado ese ciclo con un reconocimiento del daño sufrido. Sabemos que no va a haber justicia penal, porque la legislación de España no lo permite. El objetivo es lograr una justicia restaurativa. No hablamos de venganza, sino de hacer pública esa verdad, que la gente tenga acceso a ella, y dar pie a esa justicia. La experiencia nos dice que llegados a ese punto las víctimas se sienten aliviadas y reconocidas, no buscan otra cosa. Evidentemente lo que no podemos hacer en estos trabajos es esconder a los victimarios. A estas alturas de la película y después de tantos años, no ocultamos nombres de los causantes de esas vulneraciones de derechos, pero nuestro trabajo está focalizado principalmente en las víctimas. l