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En el adiós a Ramón Ángel Ruiz Sanz de Arellano, músico clarinero

EL pasado 30 de julio fallecía en Errenteria a los 61 años de edad, afectado por una enfermedad que le tenía retirado de sus quehaceres musicales desde hace cerca de tres años, Ramón Ángel Ruiz Sanz de Arellano.

Me unía una sincera amistad a este músico, en razón de que desde hace más de 30 años venía él el día 1 de agosto a nuestro pueblo formando el grupo de cuatro clarineros forales, del que era responsable, y de que vestidos de miqueletes desfilaban en la tradicional visita de la Diputación Foral de Gipuzkoa a Azpeitia-Loyola en tan señalado día (segundo día de San Ignacio).

Manifestaba al reencontrarnos cada año a primeras horas de ese día en el Salón de Actos del Ayuntamiento de Azpeitia que era un noble orgullo participar con el sonido de su trompeta en unión con sus compañeros y poder hacerlo, como en su caso, con la continuidad de más de 30 años consecutivos.

En la presencia de la Diputación Foral de Gipuzkoa en Azpeitia en honor de San Ignacio de Loyola, patrono de Gipuzkoa, la iniciativa de incorporar a cuatro clarineros a la Corporación Provincial fue debida a quien fuera diputado y vicepresidente de la misma, el azpeitiano D. Ignacio Pérez-Arregui, y se hizo el 1 de agosto de 1918 a "modo de ensayo" previo antes de que en los primeros días del mes de septiembre del citado año hicieran su presentación oficial con los maceros acompañando a la Diputación Foral de Gipuzkoa con ocasión del Primer Congreso de Estudios Vascos celebrado en Oñati.

Desde entonces y constituyendo parte muy entrañable de nuestras fiestas patronales en honor de San Ignacio de Loyola, la música de los clarineros en la mañana 1 de agosto tiene especiales resonancias en Azpeitia. Ya desde las primeras notas del Aire Oficial de Gipuzkoa que interpretan desde el balcón principal de la Casa Consistorial, a los que siguen los del Gipuzkoako himnoa en el desfile callejero, como en Loyola, con la ejecución del Agur jaunak (en adaptación realizada para clarines por el P. José Antonio Donostia, a petición del propio D. Ignacio Pérez-Arregui) desde la escalinata a la llegada de las autoridades y, al regreso al pueblo, en los bajos del Ayuntamiento.

Gracias Ramón Ángel por tu aportación a nuestras fiestas. En la visita que en el año 2006 por iniciativa tuya realicé a las magnificas instalaciones del Patronato Municipal de Música Errenteria musical, del que eras uno de los responsables, tras ver las diversas aulas que me mostraste, pude comprobar personalmente en las paredes de tu despacho particular por varias fotos tuyas con la Banda de Música de Errentería, etc. como del grupo de clarines forales en Azpeitia-Loyola, tus principales senderos musicales. Percibía por mi parte en aquella pared, tan gráfica como musical, el alto honor que para ti, en especial, suponía también ser partícipe de tan significativa fiesta de Azpeitia-Loyola. En aquellas visitas me mostraste varios videos que guardabas en tus más importantes actuaciones como trompeta solista de la Banda de Música de Errenteria y otros grupos musicales. Para mí fueron un par de horas altamente enriquecedoras, tanto en lo musical como gratas en el trato humano, por el conocimiento del mundo del pentagrama y docencia musical y experiencia que gustabas compartir con la naturalidad de los elegidos. Guardo un inolvidable y agradecido recuerdo de aquella visita.

Adiós, Ramón Ángel. Ya no nos veremos más en Azpeitia-Loyola en las fiestas en honor de San Ignacio de Loyola, ni tras los conciertos de las Bandas en la Semana Grande de Donostia en el entorno de su Kiosco de Música, pero la revisión periódica de las fotos y los programas de fiestas de San Ignacio que poseo, en las que en tantos años participaste, me ayudará, sin duda alguna, a seguir siendo sensible a citas musicales tan entrañables que poseen nuestras fiestas patronales ignacianas, y te recordaré como el amigo-clarinero, que además de excelente músico -al que tuve la suerte de escuchar en varias ocasiones brillantes intervenciones como solista cualificado en la Banda de Música de Errenteria-, era la persona que a su carisma de músico artista sabía unir y ofrecer la permanente sintonía de cuanto supone la sincera amistad.