"Arreglar una lámpara merece la pena". Así de claro lo tiene Juan Ignacio Zaballos que, junto con Manuel Regueiro, regenta la tienda Lar, que restaura lámparas antiguas y también las vende. El comercio, situado en la calle Miracruz 34, es uno de los pocos que quedan en Donostia dedicado al arreglo de este objeto de uso corriente, imprescindible en cualquier hogar. Por sus manos han pasado innumerables de estos objetos. También algunos de gran calidad que decoran la casa consistorial.
Zaballos entró en el mundo de la reparación de lámparas por la vía de las antigüedades. Según explica, arreglar este tipo de utensilio puede llevar poco tiempo o hasta un mes, según el tipo de objeto que sea, su antigüedad y sus materiales. Sin embargo, recalca que casi todas se pueden arreglar. "Hace falta tener mucha paciencia y los materiales", señala el artesano, que cree que "es una pena" que se tire todo a la basura "sobre todo cuando hay cosas de gran calidad, que se pueden arreglar fácilmente".
Las lámparas antiguas son, según explica, más fáciles de volver a poner en funcionamiento que las nuevas, algunas de las cuales tienen componentes que lo dificultan. El precio de las reparaciones, en comparación con el de los nuevos utensilios, es el culpable de que los consumidores se decanten por nuevos objetos, aunque sean de peor calidad. Pero, según explica Zaballos, el precio de las reparaciones "ha bajado mucho".
La moda decorativa de estética nórdica, con apenas objetos, es otro de los motivos por el que los apliques, focos, quinqués y otros objetos clásicos para iluminar estén marginados. "Yo creo que es para no limpiar", dice en broma el comerciante, que cree que las lámparas de calidad pueden tener un hueco en la nueva tendencia estética que mezcla lo antiguo con lo nuevo y da algo más de calidez.
La moda vintage lleva también a algunos jóvenes a decidirse por arreglar la lámpara que estaba en casa de su abuela o a comprar alguna que le da al ojo en algún brocante. Sin embargo, el gusto por los objetos con historia no afecta a todo el mundo. "Lo que me extraña es que muchas veces la gente ni se para por curiosidad en los escaparates", dice.
Quienes tienen cariño a objetos del pasado y desean seguir utilizándolos en sus hogares no tienen excusa para no hacerlo. Actualmente, además de existir buenos materiales que se acoplan a lámparas antiguas -como bombillas led, que además no queman las tulipas- se pueden encontrar hasta cables de tela, que imitan a los antiguos. Zaballos recuerda que ha llegado a reparar algunas lámparas tan antiguas que habían sido creadas para usarse con gas, aunque después se reformaron como eléctricas y siguen en los hogares hasta hoy.
La tienda Lar forma parte de la guía Mapasaretuz, que reúne 90 establecimientos de Donostia que pretenden ayudar al consumidor a encontrar "alternativas de consumo responsable". Desde 1997 está en Gros, pero en 1987 abrió sus puertas en la calle Garibay 9, aunque había que entrar por el portal.