Turistas que llenan los platos, beben pintas de cerveza, cogen pintxos calientes sin calentar, pasan dos horas en las mesas... El pintxo es uno de los atractivos de la ciudad y, sobre todo, de la Parte Vieja donostiarra. Este verano los responsables municipales han decidido difundir una guía básica para enseñar a los visitantes a ir de pintxos a la donostiarra, tal y como afirma uno de los lemas de su campaña Love San Sebastian, Live Donostia que, además de pedir que se disfrute y respete la ciudad y a sus habitantes, busca acercar a los foráneos a la cultura local y a tradiciones como la de los pintxos.

PRIMERA LECCIÓN Pagar por rondas o poner bote

El primer consejo antes de empezar el recorrido es poner bote o que cada uno pague una ronda. “Eso lo hemos hecho, hemos puesto un bote de 100 euros, ¡no sé si nos llegará para todo el día!”, afirman Begoña y Esther, procedentes de Valladolid junto a Julián, Carlos, Marisol, Milagros, Javi y Santi. Esta cuadrilla de amigos, que pasa unos días en Donostia e Iruñea, no ha visto el vídeo, pero sí conoce las nociones básicas, algunas compartidas en Valladolid, e intenta integrarse, de ahí el bote. “Los pintxos son buenos, pero también caros”, se lamentan en un bar de Fermín Calbetón.

SEGUNDA LECCIÓN Alternar de bar en bar

“Sí sé que hay que ir de bar en bar, hoy éste es el primero, pero cambiaremos a otro al acabar”, cuenta en una barra cerca de La Bretxa la alemana Mareitze, de visita en Donostia con su pareja Sascha y su hijo Felix. En realidad, la familia parte con ventaja porque el año pasado ya estuvieron en Donostia y este año, desde el campamento base instalado en Seignosse (Francia), han decidido repetir. Entonces y ahora han consultado varias guías turísticas para familiarizarse con la ciudad y, también, con sus pintxos.

TERCERA LECCIÓN ¿Frío? Cógelo; ¿Caliente? Pídelo

“Coger los pintxos fríos y pedir los calientes, eso ya lo había leído y lo hemos hecho así”, cuenta en la terraza de La Cepa, en 31 de Agosto, la australiana Estee, que desde Suiza visita estos días Donostia. Aquí ha coincidido con su amiga Elisa y su familia, procedentes también de Australia, que lleva dos meses recorriendo Europa con su pareja Marc y sus hijos Lachlan, Taya y un bebé de menos de un año.

“Me gusta conocer la cultura de los lugares donde viajo, es bonito aprender así, y había leído antes de venir cómo se va de pintxos”, cuenta Estee, que durante estos días ha recorrido también bares de El Antiguo y Gros. Aunque sobre la mesa hay un plato con media docena de pintxos. “Somos muchos”, explica, “sé que el pintxo debe ser solo un aperitivo, no la comida”.

“Es más sencillo coger lo que quieres que leerlo en una carta, ves lo que hay en la barra y eliges lo que te gusta”, apunta la alemana Marei-tze frente a un bocado de morcilla.

CUARTA LECCIÓN Con un pote: zurito, txakoli, sidra o txikito

La cuarta lección para ir de pintxos à la façon de Saint Sébastien exige que el pintxo se acompañe de un pote. “¡Algo pequeño, para no acabar borracho!”, explica la australiana Estee. En su mesa y en la de la cuadrilla de Valladolid todos tienen txakoli o zuritos en la mano. “En realidad somos de Monzón de Campos, Palencia”, apuntan Begoña y Esther, que coinciden en que “hay que probar lo local”.

Procedentes de Holanda y desde un camping de Lapurdi, los holandeses Marc, Sonja, Bob y Eudine, sin embargo, beben Coca-cola y jarras de cerveza. “La verdad es que no sabíamos que había una manera concreta de comer pintxos, aunque el camarero nos ha explicado algo”, explica Marc. De todas formas, han preferido rendirse al estómago y la barra y muestran los restos de más de un pintxo por cabeza. “De momento, están muy buenos”, aunque no sean a la donostiarra.