El anómalo sol de diciembre volvió por segundo año consecutivo ayer en Santo Tomás y Donostia se convirtió en una inmensa feria prenavideña, aunque sin abrigos, donde reinó como siempre la txistorra, el pan, los talos con distintos rellenos, la sidra y, sobre todo, la diversión. Las familias disfrutaron saliendo a la calle con el traje de baserritarra y estrenando a los más pequeños en esta tradición y las cuadrillas aprovecharon para reunirse, como todos los años en estas fechas.
La plaza de la Constitución ejerció como imán principal de la feria y la cerda Engraxi, con sus características manchas negras que dibujan unas gafas negras en su jeta, aguantó sus 333 kilos de tipo sin inmutarse en exceso. El animal pasó ratos dormido y ratos de pie desde las 10.00 hasta las 20.00 horas. En ese tiempo, no cesó de recibir los disparos de las fotografías, que no parecían alterar su aparente tranquilidad.
A su alrededor, los círculos concéntricos de personas se sucedían en oleadas para tratar de ver el animal de imponente tamaño, aunque algunos se quedaron con las ganas y otros tuvieron que pegar unos cuantos codazos para situarse en primera fila de corral.
Algo separados de la cerda, los puestos de verduras competían en hermosura, aunque más parecían una exposición que un verdadero punto de venta. Manzanas de todas clases, incluso algunas gigantes, llamaban la atención de los consumidores, al igual que nuevas frutas cultivadas aquí aunque originarias de otras latitudes, como la brasileña feijoa.
Quien más quien menos se llevaba a la boca un pintxo de txistorra por lo menos. Los bocadillos y los talos también se vendían sin cesar en las decenas de puestos repartidos por toda la ciudad. Txistorra vegetariana, en la plaza de la Constitución, y talos de trigo, en lugar de maiz, en la plaza de Sarriegi, ponían el contrapunto a la costumbre, pero también estaban muy concurridos, al igual que los tradicionales.
La plaza de Gipuzkoa, llena a rebosar, la del Txofre en Gros, y otros muchos lugares de Donostia acogieron también a miles de personas deseosas de empezar las fiestas navideñas con el recuerdo del mundo rural en la ciudad.
¿Hoy no trabaja nadie?
Los autobuses circularon también embutidos de gente y aumentaron sus servicios entre la zona centro de Donostia y los barrios, cambiando los habituales viajeros por baserritarras de toda clase, que sorprendían a más de uno, poco consciente de la fiesta hasta montarse en el transporte público. “¿Es que hoy no trabaja nadie?”, se preguntaba con sorna una mujer en el autobús.
El cierre del monte Urgull durante la fiesta, para prevenir los problemas derivados del botellón, trasladó la costumbre a la playa de La Concha que, a primera hora de la tarde, estaba repleta de cuadrillas que habían optado por la mullida arena y el sol de diciembre para seguir dando buena cuenta de la comida y de la bebida.
Otros lugares fueron más tranquilos. Por ejemplo, la plaza de Zuloaga, que celebró el tradicional concurso de espantapájaros, al que se presentaron 18 figuras, y acogió también talleres para niños. Por la mañana, los niños pintaron los tiestos en los que les florecerá un pensamiento y, por la tarde, un buen número de chavales tomó parte en la fiesta centrada en los deportes del caserío y el juego de la oca.
Los otros muchos atractivos de la jornada, que hace que se convierta cada año en un hervidero para todos los públicos, incluyeron los tradicionales concursos de txistorra, de verduras, de frutas y de miel así como exhibiciones de deporte rural, partidos de pelota y actuaciones de bertsolaris.
El buen ambiente se completó a lo largo de toda la jornada con la música de las trikitixas, que recorrieron la zona festiva continuamente, así como con los momentos de compras que muchos llevaron a cabo tanto en los puestos de productos de alimentación como en los de artesanía, también tradicionales en el Santo Tomás de Donostia. La programación oficial finalizó con una romería en el Boulevard, pero a algunos les supo a poco y continuaron la fiesta en los bares, tanto en el centro como en los barrios.
Verduras. Primer premio: Ezozi Etxeberria de Soraluze. 350 euros.
Segundo premio: Carmen Etxeberria de Bergara. 250 euros.
Tercer premio: Antonia Murgiondo, de Gabiria. 200 euros.
Frutas. Primer premio: Maddi Iradi, de Hernani, 350 euros. Segundo premio: Antonia Murgiondo, de Gabiria. 250 euros. Tercer premio: desierto.
Memorial José Salaberria. Antonia Murgiondo, de Gabiria. 300 euros.
Puesto mejor ambientado. Colegio Mariaren Bihotza. Puesto instalado en el número 56 de la plaza de Gipuzkoa. 300 euros.
Miel de Donostialdea.
Primer premio: Patxi Franco, de Andoain. 150 euros más trofeo.
Segundo premio: Juan Galdeano, de Hernani. 125 euros y trofeo.
Tercer premio: Aimar Zuloaga, de Andoain, 100 euros y trofeo.
XX Concurso de Txistorra de Euskal Herria.
Primer premio: José Luis Zubia de Patés Zubia, de Eskoriatza. 500 euros y txapela.
Segundo premio: Fernando Salegi, de Zumarraga. 300 euros y trofeo.
Tercer premio: Cosme Larragueta, de Burlada. 200 euros y trofeo.
Espantapájaros.
Primer premio: Asociación de Emprendedores de Gipuzkoa. 500 euros.
Segundo premio: Comparsa Fama. 300 euros.
Tercer premio. Asociación recreatuva Mundo Animado. 200 euros.