DONOSTIA - Con motivo del 30 cumpleaños de la inclusión de los toros de fuego en el programa de la Aste Nagusia, la plaza de Gipuzkoa acogió ayer una exposición de estos ejemplares. Cientos de personas se acercaron a ver los 30 zezensuzkos que posaron frente a la Diputación con el objetivo de hacer un guiño a su aniversario.
Los toros de Errenteria, Lasarte-Oria, Añorga, Usurbil, Lezo, Hernani, Altza, Herrera, Astigarraga, Irun, Intxaurrondo, Hondarribia, Jolastokieta, Pasaia, Tolosa, Usurbil y, por supuesto, los de Donostia, impresionaron y entretuvieron a los curiosos que se acercaban a contemplarlos antes de que a las 20.00 horas partieran en kalejira rumbo al hotel Londres, desde donde, tras la cena de hermandad de sus portadores, salieron de nuevo en fila, esta vez con los cuernos chispeantes, las 11.30 horas. Pero antes de que comenzara este peculiar encierro, en el que por primera vez participaron más de seis zezensuzkos, los más pequeños se pudieron acercar sin el temor y los nervios que se manifiestan cuando las chispas cubren los rostros de los astados.
De hecho, muchos de estos niños fueron fotografiados junto con el toro de fuego de reserva de Donostia por componentes de la Sociedad Fotográfica de Gipuzkoa que, desde las 11.00 hasta las 13.00 horas, sacaron fotos a todo aquel que se animaba a ponerse la txapela y la faja roja en la plaza de Gipuzkoa. “La mayoría son niños acompañados de sus padres, aunque siempre hay algún cachondo pasado de edad que se anima”, aseguraba un fotógrafo, que también estuvo presente en el salto Base celebrado por la tarde en Sagüés.
Unos niños se decantaban por el toro de Hondarribia: “Mira, ama, ¡este es el más bonito!”. Otros inspeccionaban los animales de fibra de vidrio de arriba a abajo: “¡Vamos a ver cómo son por detrás!”. Entre estos curiosos se encontraba Iván Fernández, que no concibe una Aste Nagusia sin estos muñecos pirotécnicos: “Junto a los fuegos artificiales son el alma de la fiesta”, decía este donostiarra, cuyos hijos no piensan en otra cosa. “No me dejan ni terminar de ver los fuegos, aunque no vamos todos los días porque nos quedaríamos sin camisetas”, explicaba entre risas.
Muchos turistas alucinan con el espectáculo de los zezensuzkos: “Nunca había visto esto, tampoco los gigantes y cabezudos”, garantiza Serafín Blanco, un sevillano que pasa las vacaciones con su familia en Donostia. Sin embargo, él y los suyos lo tienen claro: “Los fuegos y el heladito de después, lo mejor de vuestras fiestas”.