Les unió, en su día, la gastronomía. Kiko era el responsable de Aurki, distribuidora especializada en productos del pato y un catálogo culinario que supera las 2.500 referencias. Rubén, por su parte, dirigía uno de los más remarcables restaurantes de Donostia. La relación comercial devino en una sana camaradería y hoy, con Kiko felizmente jubilado, es el arte quien mantiene la llama de su amistad, pues el Mirador de Ulia ejerce como improvisada galería que muestra al público la obra escultórica de Kiko, quien ha encontrado una vocación que permaneció oculta durante su vida laboral.

La obra de Kiko es peculiar y muy personal. Todas sus esculturas están realizadas con tres materiales: piedra, madera y hierro. Además, todas las piezas han sido creadas con diferentes objetos encontrados en sus paseos por las calas de Menorca próximas a Na Macaret, municipio en el que el donostiarra posee una vivienda.

Recoger objetos depositados por el mar

La relación de Kiko con la escultura comenzó la pasada década. “El 2016”, rememora, “fue laboralmente muy complicado. Sufrimos inundaciones, se dieron muchas tensiones… y un día, en Menorca, empecé a recoger objetos dejados por el mar que me llamaban la atención: boyas, trozos de madera, piedras… y me puse a combinarlos y montarlos en mi casa sin ningún criterio, sólo guiado por mi inspiración y mi creatividad. Fue una forma de evadirme de la realidad y así, a lo tonto, empecé con media docena de pequeñas obras y a día de hoy tengo cerca de 50”. 

"La muestra tuvo una acogida excelente y Rubén Trincado se animó a adquirir una escultura y colocarla en la puerta principal de su restaurante y exponer en él mis obras"

Kiko Agudo - Escultor

Ahí hubiera quedado la cosa, en un simple pasatiempo, pero dos amigos de Madrid se quedaron prendados con su obra y le animaron a seguir. “No fue un consejo sin más. Ella era una diseñadora de interiores que ha trabajado decorando hoteles en París, Milán… Así que me animé y en 2018 realicé una exposición en Kukuarri, el bar restaurante del hotel Aránzazu, que dirige mi esposa, Cuque”.

Rubén Trincado y Kiko Agudo ante la obra de este último instalada en la entrada del Mirador de Ulia. Josema Azpeitia

Kiko bautizó la exposición como Tramuntana, evocando el viento marino que deposita los objetos en las calas de Menorca. “La muestra tuvo una acogida excelente, un establecimiento de Mahón, La Cerería, empezó a exponer y vender mis obras, Rubén Trincado se animó a adquirir una escultura y colocarla en la puerta principal de su restaurante y exponer en él mis obras, y he inaugurado una web (www.kikoesculturas.com). Todo ha venido en cascada”.

El arte del cocinero

Preguntado por la obra de Kiko, Rubén Trincado considera que las esculturas de su amigo cuentan con muchos puntos de interés. “Lo primero”, afirma el chef, “Kiko hace unas piezas que nos muestran que seguimos siendo lo peor, que seguimos tirando objetos y contaminando los mares. Lo segundo, me fascina ver que con esas cosas tiradas, rechazadas, pueda crear arte. Y, lo tercero, y lo que más me gusta, es el equilibrio de su obra. Tiene un estilo muy definido, muy equilibrado, muy redondeado… Al igual que cuando de un gran vino decimos que está redondo, así es la obra de Kiko”.

“Todavía disfrutamos cocinando y cuando encontramos algo nuevo se nos salen los ojos como a los niños. Y sobre todo, buscamos la perfección. Yo, al menos, intento clavarlo cada vez más"

Rubén Trincado - Cocinero

No se puede negar que Rubén también es un creador, un artista, como nos demostró al deleitarnos con Arraigo, el menú que trabaja actualmente en su restaurante. Y al igual que Kiko recupera lo dejado por el mar, Rubén también se siente en una etapa de recuperación. “Mi cocina es ahora un desafío, un reto continuo a mí mismo reinventándome a base de prueba-error, creando elaboraciones que me gusten a mí e intentando, eso sí, que agraden a todo el mundo”.

Demostración en junio

Admite el chef que sigue ilusionándose como el primer día. “Todavía disfrutamos cocinando y cuando encontramos algo nuevo se nos salen los ojos como a los niños. Y sobre todo, buscamos la perfección. Yo, al menos, intento clavarlo cada vez más”.

Puedo dar fe, tras degustar la última versión de su menú, que Rubén cumple con lo que dice. Cada plato es una agradable sorpresa visual y gustativa y, al igual que Kiko Agudo, es capaz de crear arte partiendo de los más humildes y naturales productos. Eso sí, no permanece Rubén ajeno a las nuevas tendencias. De hecho, el 3 de junio ofrecerá una demostración pública de platos elaborados con el último grito en conservación de los alimentos: la técnica de congelación magnética Protón, un sistema con el que ya lleva un tiempo trabajando obteniendo unos resultados sorprendentes. 

Kiko y Rubén. Rubén y Kiko. El empresario ha encontrado en la escultura una liberación, un “encontrarme conmigo mismo y evadirme de los problemas”. El chef también trasciende el plano real con sus creaciones y su apuesta por la tecnología. Dos almas gemelas unidas por el arte.