Hasta la explosión de Antoine Griezmann en octavos y cuartos de final, el papel de salvador de Francia lo personificaba Dimitri Payet. El fino centrocampista del West Ham United resolvió el duelo inaugural ante Rumanía con un golazo en el minuto 89 y sentenció ante Albania al perforar la meta rival en el descuento. El ídolo de la afición de los Hammers se encuentra, a sus 29 años, en el mejor momento de su carrera. Triunfador con su club y consolidado, por fin, con los bleus, su nombre se ha relacionado las últimas semanas con instituciones de altísimo copete europeo (Real Madrid, Barcelona, Chelsea...), pero a su trayectoria no siempre le ha acompañado el brillo ni la regularidad. De hecho, en su vida profesional tuvo que cruzarse Marcelo Bielsa para que Payet resucitara como futbolista.

Originario de Reunión, isla ubicada en el Índico y territorio perteneciente a la República, su talento para el fútbol quedó patente desde su infancia. De hecho, le bastó un año en uno de los mejores clubes de la isla, el Saint Pierroise, para ser fichado por el Le Havre con solo 12 años. Pero sus cuatro cursos en la cantera del club galo no fueron buenos. “Por aquel entonces yo no era una persona fácil de tratar; era especialista en perder el tiempo, en escaquearme”, reconocía recientemente en L’Equipe. Así, a los 16 años, con un notable historial de indisciplina y fama de vago y mal compañero, Payet regresó a Reunión, debutando en la Premier de la isla con el Excelsior a los 16 años. Aquel curso jugando contra veteranos fue clave en su carrera. El Nantes llamó a su puerta, pero Dimitri, despechado todavía por su mala experiencia anterior, no quería salir de la isla. Su padre y su tío, fanáticos del fútbol, tardaron semanas en convencerle. Payet regresó a Francia con un contrato amateur -trabajaba en una tienda de Lacoste- hasta que en diciembre de 2005 debutó con el primer equipo.

Dos temporadas en el Nantes, cuatro en el Saint Etienne, dos en el Lille, su llegada a Marsella... Parecía que la carrera de Payet no iba a despuntar. Seguía siendo un jugador de tremendos chispazos de calidad y gran lanzador de faltas pero muy poco constante y muy dado al conflicto tanto con compañeros como con entrenadores... Hasta que Bielsa se cruzó en su camino en el Olympique en el curso 2014-15. “Me convirtió en un jugador maduro y consistente. Centró mi posición en el campo y puso orden en mi juego. Sigo teniendo muy presentes sus consejos”, recuerda. Su gran campaña en Marsella le valió el verano pasado para fichar por el West Ham, donde ha rendido a un altísimo nivel. Su afición le dedica un cántico en el que le catalogan “mejor que Zidane” y Francia disfruta, por fin, de su incuestionable clase.