No hay derrotas dulces. Hoy la tristeza puede con todo lo bueno. La Real viajó a Múnich para competir y aspirar a entrar en la fase de grupos de la Champions, pero sus futbolistas únicamente pudieron soñar con el billete en su hotel de concentración. Después, el césped del FC Bayern Campus Platz les dijo bien a las claras que ahora mismo el equipo anfitrión resulta difícilmente accesible para ellas. Aunque el partido de vuelta dejó también una lectura positiva: para que emergiera esa diferencia entre escuadras, el entrenador local tuvo que matizar su plan respecto a lo visto hace diez días en Anoeta. Sí, la Real está lejos aún del gigante alemán. Y sin embargo le ha obligado, en cierto modo, a reinventarse sobre la marcha. Ya es algo. Es mucho.

Porque pongamos las cosas en perspectiva. Enfrente ha estado el subcampeón de la liga alemana, un Bayern que terminó el pasado campeonato a únicamente cuatro puntos del todopoderoso Wolfsburgo. Un Bayern a quien solo una maldita tanda de penaltis separó en marzo de las semifinales de la Champions, con el PSG como verdugo. Y un Bayern que en Donostia se llevó un buen susto, a tenor de las vueltas que el técnico Alexander Strauss le ha dado a la cabeza durante la última semana. Es mérito de la Real, cuyo objetivo debe residir ahora en adquirir fuerza de la experiencia vivida y regresar cuanto antes a la máxima competición continental. Lo hará más fuerte, porque su proyecto crece sin cesar, en los despachos y en el verde.

El precedente

Primero toca recapitular. Anoeta. Partido de ida. El Bayern se presenta como favorito, fiel a su identidad, valiente. Espera a la Real con una especie de 5-2-3 que despuebla su centro del campo. Y, aunque le da a menudo para dañar a la estructura txuri-urdin gracias a la movilidad de sus tres futbolistas más adelantadas, sufre también el juego interior de las blanquiazules. Natalia Arroyo engaña de inicio con la escorada ubicación de Nerea Eizagirre, mediapunta de facto en un 4-4-2 con rombo en la medular. Y genera así situaciones de lo más interesante. Visto lo visto, y pese al 0-1 en el marcador, las alemanas dan un paso atrás tras el descanso y reculan aún más durante una segunda parte que concluyen pidiendo la hora. Algo tienen que hacer para no sufrir así en la vuelta. Repetimos: mérito de la Real.

El día D era ayer, anoche. Y poco había que variar por parte blanquiazul. Mismo once y mismas intenciones: ubicar a Nerea a la espalda del centro del campo del Bayern, tratar de conectar con ella y que su mera presencia entre líneas hiciera el resto, generando ventajas de todo tipo y condición para la propia tolosarra y para sus compañeras. Sin embargo, la alineación del rival sí presentó cambios respecto al primer duelo de la eliminatoria. Strauss apostó esta vez por un 4-2-3-1 mediante el que alimentó de piernas la sala de máquinas y, lo que resultó más decisivo aún, promovió ataques directos y verticales. En Donostia había hecho daño durante la primera parte encontrando dentro a Buhl. Esta vez, mientras, arrancó buscando en largo a la punta Schuler, para funcionar a partir de las segundas jugadas con Lohmann como lanzadora. Dallmann y la citada Buhl, dos flechas en las bandas, completaron una receta que volvió locas a las realistas durante el cuarto de hora inicial.

Dolieron luego los goles recibidos. Porque nunca gusta encajar, obviamente. Y porque el primero se produjo además cuando el arreón inicial del Bayern parecía ir menguando ya. La Real atraía al bloque alemán jugando desde atrás, y comenzaba a lograr con asiduidad que la mediapunta local saltara arriba, desprotegiendo así al doble pivote. Bajar a Gemma a la base, dibujar una salida de tres con Allegra como tercera central o los simples pases entre Tejada y Specht venían sirviendo para provocar ese movimiento en el adversario. Así que las ansiadas conexiones con Nerea y compañia podían incluso olerse. Sin embargo, en una de esas intentonas, la presión bávara frustró una recepción de espaldas de Franssi, con Gaby totalmente sola en la zona ancha para lanzar una prometedora transición. Stenway olió la sangre, más aún Dallmann. Y esta dibujó una precisa pared en la frontal del área para marcar el 1-0.

A contracorriente

Si la Real ni se había inmutado en la ida tras recibir el gol, anoche sí que acusó el golpe, y mucho además. Perdió el control del balón. Como consecuencia de ello, se vio cada vez más hundida en campo propio. Y el Bayern reanudó la tormenta inicial de fútbol y ocasiones (así llegó el 2-0 de Specht en propia puerta) hasta que Natalia Arroyo sacó el paraguas. A diez minutos del descanso, comenzó a llover menos gracias al cambio de sistema: con Iris incrustada entre centrales y Eizagirre definitivamente instalada en la mediapunta, el equipo txuri-urdin pasó a dibujar un claro 3-5-2 que le estabilizó sobre el césped. Llegó el 3-0, sí. Y el 3-1 de Jensen. Pero el partido ya era otro.

La entrenadora catalana terminó de ajustar durante el intermedio, y con los ingresos de Vanegas y Jacinto dotó a la mencionada estructura de perfiles más naturales. Su Real agradeció el nuevo panorama. Lo hizo en materia defensiva, porque dio la sensación de que el equipo presionó más cómodo desde emparejamientos claros y mejor adaptados al dibujo rival. Y lo hizo también en ataque, encontrando salida por fuera para, desde las bandas, conectar con las centrocampistas o con los movimientos interiores de Franssi y Jensen.

¿Qué faltó para inquietar? Pues lo que ha faltado durante toda la eliminatoria si nos comparamos con todo un Bayern: agresividad y contundencia en el área rival. La batalla del juego y de las pizarras se ha presentado igualada a lo largo de los 180 minutos. De hecho, la ha ganado la Real durante largas fases. Pero las alemanas han acreditado una capacidad de intimidación muy superior a la txuri-urdin. Cuestión de presupuestos. Y de proyectos. El blanquiazul se cocina a fuego lento. Sigue teniendo una pinta buenísima.

Bayern Munich: Grohs; Rall, Viggósdóttir, Tainara, Gwinn; Lohmann (Kumagai, m. 86), Zadrazil, Stanway; Bühl (Laurent, m. 73), Schüller (Damnjanovic, m. 63) y Dallmann (Kett, m. 86).

Real Sociedad: Lete; Poljak, Ane Tejada, Specht, Bernabé (Cecilia, m. 73); Iris (Vanegas, m. 46), Gemma (Andreia, m. 46), Gaby (Amaiur, m. 68), Nerea Eizagirre; Jensen y Franssi (Mirari, m. 83).

Goles: 1-0, m. 17: Dallmann. 2-0, m. 22: Specht, en propia meta. 3-0, m. 42: Schüller. 3-1, m. 44: Jensen Árbitra: Tess Olofsson (Suecia). Amonestó a las visitantes Jensen (m. 76) y Specht.

Incidencias: partido de vuelta correspondiente a la fase previa de la Liga de Campeones femeina disputado en el FC Bayern Campus Platz 1 ante unos 1.500 espectadores.