El Grupo Ulma, con sede en Oñati y que integra nueve cooperativas, destinó a inversiones el año pasado un total de 145 millones de euros, lo que significa incrementar en un 38% la cifra registrada un año antes, que contribuirán a reforzarse interna y externamente para afrontar con músculo un incierto contexto internacional que no da signos de desaparecer a corto plazo. El grupo cooperativo ha celebrado hoy su asamblea en la sede guipuzcoana en la que sus responsables han trasladado un mensaje de optimismo al apreciar “una evolución positiva del proyecto socioempresarial en un contexto de incertidumbre global”.

Ulma ha informado de que sus ventas durante el pasado ejercicio ascendieron a 1.151 millones de euros, con un leve aumento del 1%. Algo más alto es el avance de su beneficio neto, de casi tres puntos porcentuales para alcanzar los 110 millones con un ebitda de 225 millones. El grupo cooperativo considera valora estos resultados por producirse en un momento difícil a nivel internacional, y de forma especialmente pronunciada en la industria, donde Ulma tiene diversos proyectos. La evolución al alza, aun moderada, es una muestra de su capacidad de hacer frente a los obstáculos y mantenerse en los mercados, considera.

Presencia internacional

Uno de los ejes que ha centrado su estrategia en un año convulso a nivel global ha sido precisamente su actividad internacional, dado que el 73% de la facturación global de las nueve cooperativas se produce en el exterior. En este ámbito, según ha señalado, se ha centrado en la diversificación y en la consolidación de los mercados en los que está presente en “una clara apuesta por el desarrollo de negocio” en el exterior. Junto a este esfuerzo, sus negocios también han abierto o ampliado sus plantas productivas y han implantado nuevas filiales que, según cree, han contribuido a obtener sus buenos resultados.

El incremento de la facturación y beneficio tiene como resultado la generación de empleo, que durante 2024 se concretó en 161 nuevos puestos de trabajo para cerrar el ejercicio con una plantilla conjunta de 5.747 personas, de las que el 55% desarrolla su actividad en las matrices cooperativas. Este dato ha sido subrayado por el grupo cooperativo, porque la evolución positiva se produce “en un contexto generalizado de escasez de talento”, lo que “refuerza el compromiso de Ulma con el empleo estable y de calidad”.

Un momento de la asamblea celebrada por el Grupo Ulma en Oñati. N.G.

Compromiso con el entorno

Uno de los caracteres diferenciales del mundo cooperativo es su responsabilidad con el entorno en el que se enclavan estas empresas, que por naturaleza destinan una partida a apoyar iniciativas sociales. En el caso del Grupo Ulma, este compromiso se materializa en la inversión de algo más de un millón de euros para impulsar diversas actividades sociales, culturales, educativas y comunitarias. Tal y como ha remarcado el director general del grupo cooperativo, Iñaki Gabilondo, “tenemos una cultura de solidaridad y adaptación al cambio que nos permite afrontar los desafíos y ser un motor de progreso y bienestar de nuestro entorno”.

Esa posibilidad se produce, además, por “la fortaleza y solidez de nuestro proyecto incluso en un contexto especialmente exigente”, que se traduce en un crecimiento equilibrado, una fuerte posición internacional, en opinión de Gabilondo, quien afirma que Ulma se sitúa “entre los grupos industriales de referencia”.

Previsiones 2025

Con respecto al año en curso, el grupo cooperativo con sede en Oñati se centrará como prioridades en proteger sus márgenes operativos y consolidar sus inversiones en innovación al considerarla clave para mantener y potenciar su productividad a través de la aportación de valor añadido. También apuesta por la mejora de su capacidad productiva y “mantener una sólida posición prudente”, además de proseguir con el impulso del modelo cooperativo, de larga raigambre en Gipuzkoa. De hecho, Ulma perteneció al Grupo Mondragon hasta que a finales de 2022 los socios decidieron en asamblea desligarse de la alianza cooperativa.

Todo ello, “a pesar de la complejidad de un entorno global marcado por la desaceleración de la demanda industrial en muchos países, la persistencia de tensiones geopolíticas, y la aplicación de aranceles en Estados Unidos y su efecto en otros mercados”, concluye.