donostia - El presidente de la Asociación Europea de la Empresa Familiar, Alfonso Líbano, participó ayer en la asamblea extraordinaria de Aefame en Donostia, donde defendió el modelo de empresa familiar por aportar beneficios económicos, pero también sociales.
El 84% del tejido económico vasco está conformado por empresas familiares. ¿Es una excepción a nivel europeo?
-A nivel general, y según las últimas estadísticas, la empresa familiar representa el 70% de la actividad económica en la Comunidad Europea y el 60% del empleo. Es el primer empleador de Europa y, en este contexto, el País Vasco se sitúa en un buen nivel.
¿El modelo vasco es similar al europeo o presenta particularidades?
-A mí me recuerda al de los países nórdicos y Alemania, donde existen pueblos con empresas que tienen productos excepcionales, y donde existe una tradición gremial que se ha visto apoyada de manera muy importante por el sistema educativo. Considero fundamental la fusión entre empresa, familia y educación, porque sin esta última es muy difícil ofrecer productos de alto valor añadido, y el País Vasco es un ejemplo exitoso de esta unión.
¿Cuáles son los retos principales de este modelo empresarial?
-El relevo generacional es el momento más peligroso para la empresa familiar. Estadísticamente, en la cuarta generación la empresa comienza a no funcionar, y debemos abordar este problema, si bien es cierto que en el País Vasco la situación mejora porque el relevo es una tradición muy establecida. Otra de sus ventajas es que, al contrario de otros países en los que los hijos se van de casa y hacen su vida fuera, en la CAV existe una fuerte unión familiar, los hijos se quedan y además quieren hacer algo por su territorio.
¿Este modelo encuentra el suficiente apoyo institucional?
-Las instituciones de la UE dan un gran reconocimiento a la empresa familiar, sobre todo cuando se dieron cuenta de que las multinacionales no eran generadoras de empleo, sino únicamente de negocio. En cada país la situación es diferente, aunque muchos de ellos, como Italia, Alemania, Noruega, Finlandia y Suecia apoyan mucho este modelo. El problema es desde el punto de vista fiscal, donde las normativas están regular. Debemos fomentar la reinversión como modo de que un negocio prospere, y hay tres impuestos que impiden esta reinversión que son Sociedades, Sucesiones y Patrimonio. Hay que trabajar sobre ellos para que no impidan destinar recursos a la empresa.
Defiende la creación de un ecosistema atractivo en Euskadi. ¿En qué consiste esta idea?
-Veo a Euskadi con grandes posibilidades de convertirse en un país innovador en energía sostenible. Un territorio que tiene tanto empuje y que ha aportado tanto, puede proponerse que para 2050 sea referente en este ámbito, con altísimos índices de reciclaje o con la mayor parte de los taxis eléctricos. La CAV tiene una de las empresas eléctricas más importantes, tecnología suficiente y gente capaz de hacerlo. Crearíamos una sociedad ejemplar.
¿Qué futuro ve a la empresa familiar en una economía globalizada con grandes multinacionales que tienen más músculo para acaparar el mercado?
-Lo más importante es lo que ha hecho Alemania, que ha facilitado que la pyme familiar crezca y llegue a un tamaño medio para actuar en un mercado global. No me dan miedo las multinacionales porque es factible tener medio centenar de empleados y facturar más de 100 millones de euros. Tenemos la capacidad, pero nos tienen que ayudar a que podamos reinvertir nuestros beneficios, por lo que los impuestos muy fuertes son muy dañinos.