donostia - La voluntad es superior a la capacidad y la concienciación gana a las energías, pero la realidad se impone y muchos de los jubilados y pensionistas reunidos ayer en un local social reconocían que sus condiciones físicas les impedían acudir a la manifestación convocada para pocas horas después.

Con las fuerzas justas para una salida cerca de casa, una partida de cartas y una charla con los amigos, los jubilados y jubiladas de más edad afirmaban que “si pudiéramos iríamos” pero “nos cuesta andar”. Esa renuncia “por motivos de salud” no les impedía ser sumamente críticas con la situación de las pensiones y su escasa revalorización. Y es que en el centro social, eran precisamente las mujeres las que más lamentaban no poder manifestarse para “hacer ver al Gobierno español que tiene que subir las pensiones”. Conchi, que cobra una pensión de viudedad, comentó que sí iba a manifestarse, pero sus compañeras de mesa, Gurutze, Rosario, Teresa y Mari, alegaban no estar en condiciones físicas para afrontar la marcha. “La mitad estamos inválidas y necesitamos bastón -destacó Mari-, pero si no, claro que iríamos a protestar”. En su lugar se manifestarán muchos de sus familiares: hijos, nueras, nietos y hasta bisnietos. Varias generaciones que, según dijo Mari, “ya presienten” que lo van a tener muy mal para subsistir tras su jubilación.

Estas mujeres no se quejaban abiertamente de sus pensiones y confesaban satisfechas que se “arreglan” con el dinero que entra en sus hogares porque se organizan y son expertas en economía doméstica. “Sabemos hacer economía -afirmó Teresa-, controlamos la situación y nos apañamos, pero no es fácil, sobre todo a la hora de pagar las facturas de la luz y el agua... este invierno ha sido muy duro”. Totalmente de acuerdo con su amiga, Mari añadió que las estrecheces de vivir con una pensión de viudedad “nosotras las sentimos cada mes”.

En otra mesa, Guadalupe propuso “poner a Rajoy a vivir un año, solo un año, con la pensión que tenemos nosotros” (su marido y ella). Beligerante pero limitada por problemas de movilidad, Guadalupe dijo que no acudiría a la manifestación aunque apoya y acompaña con el pensamiento a quienes piden “una cosa justa y necesaria”. Opinó que es importante “que los políticos se enteren de que tienen que buscar una solución” y que “subir las pensiones un euro es una vergüenza”.

Entre los grupos de hombres el nivel de concienciación sobre las reivindicaciones de los pensionistas también es muy alto, aunque hay algunas voces críticas, y a la necesidad de reclamar una subida de prestaciones anteponen “la forma en que eso se pide”. “Por supuesto que nos tenemos que manifestar -indicó Melchor-, pero educada y correctamente, no hay que ir a romper nada ni a quemar contenedores, porque la única manera de sacar algo es pedirlo razonablemente”. Tanto Melchor como otros jubilados del centro son conscientes de que “hay mucho paro, los trabajos no son buenos y hay que pagar muchas pensiones”, por lo que proponen que el Gobierno estudie una fórmula para conseguir que ellos no pierdan poder adquisitivo y los futuros jubilados también tengan un buen nivel de vida. “Comentando esto entre nosotros -apuntó Melchor- hemos sacado la conclusión de que la situación es difícil, porque hay una crisis y está todo en contra para que podamos cobrar una pensión más alta, pero creemos que se puede buscar una solución”.

Rafael, sin embargo, culpó del déficit del sistema de pensiones a “los que nunca han cotizado y ahora quieren cobrar como los que sí lo han hecho”. Contrario a las manifestaciones, Rafael se preguntó “¿de dónde va a salir el dinero para pagar pensiones más altas?”. Su amigo Alfredo piensa todo lo contrario y aseguró que participaría en la manifestación porque “cuando se protesta siempre se consigue algo”.