donostia - La planta de Usurbil del grupo Ingemar, referente a nivel mundial en la producción, distribución y comercialización de mármoles y granitos, se encuentra en riesgo de cierre a pesar de tener pedidos si no encuentra un inversor que pueda responder a su abultada deuda.
Los problemas financieros por los que atraviesa esta firma desde hace varios años no tienen tanta relación con su evolución económica como con una gestión deficiente que ha vaciado sus arcas de activo circulante, si bien los resultados de su actividad también han sufrido sucesivas pérdidas a causa de la crisis. Sin ir más lejos, hace siete años presentó un ERE para despedir a 20 trabajadores y hace cinco otro expediente que afectó a 67 personas de la plantilla. Respecto a su facturación, en 2014 superó los 30 millones de euros cuando un ejercicio antes las ventas fueron de 41 millones.
No obstante, el principal argumento que conduce al planteamiento de cerrar la planta radica en la incapacidad de responder a las deudas contraídas con proveedores, que han cerrado las vías de suministro de material. Según una fuente cercana a la empresa, a finales del pasado año se celebró una Junta extraordinaria de accionistas en la que se plantearon varias salidas.
La primera fue buscar inversores en el propio sector, y encontraron una firma que, a pesar de estar dispuesta incialmente, la reestructuración requerida para proceder a una fusión le hizo retirarse. Otra opción fracasada se produjo con una constructora de Emiratos Árabes Unidos.
Agotada esta vía, optaron por recurrir a fondos de inversión y, a través de intermediarios, contactaron con cinco, de los que tan solo uno, Fondo Sherpa Capital, presentó una propuesta en firme que fue desechada por los socios por considerarla “insuficiente”.
La tercera línea fue una ampliación de capital en la que los socios aportarían tres millones de euros y se completaría con una ayuda de la administración de un millón de euros y la obtención de otros 3,8 millones con la venta de activos. En esta ocasión fueron los socios los que rechazaron esta solución y, en su lugar, autorizaron al Consejo a encontrar un socio que aportara cuatro millones de euros y se hiciera con el 51% de las acciones de la empresa, algo que un grupo extranjero está dispuesto a hacer si se cierra la fábrica de Usurbil, que cuenta con un centenar de trabajadores, para potenciar la planta que Ingemar tiene en Galicia, Ingemarga.
alternativa Evitar este movimiento es el objetivo principal de un grupo alternativo que cuenta con la participación del comité de empresa, formado por cuatro delegados de ELA y uno de LAB, y del departamento de Promoción Económica de la Diputación de Gipuzkoa, junto con el apoyo del alcalde de Usurbil, Xabier Arregi, para tratar de encontrar un inversor, preferentemente vasco, capaz de inyectar los alrededor de cinco millones de liquidez necesarios para poder continuar con la actividad en la planta de la localidad guipuzcoana.
Los integrantes de este grupo han mantenido numerosas reuniones en los últimos meses, en las que se ha analizado la situación de la empresa de Usurbil y posteriormente se ha contactado con diversos empresarios para conocer su interés por invertir en ella. Resultado de estos contactos ha sido acaparar el interés de diversos inversores, que no se ha traducido en una propuesta concreta. En algunas ocasiones ha sido el proponente quien por cuestiones ajenas a la situación de la empresa ha decidido retirarse, mientras que en otros la razón está en que el empresario no ha conseguido financiación externa para poder costear la inversión inicial requerida.
En cualquier caso, la apuesta tanto institucional como laboral se centra en que Ingemar se mantenga en Usurbil y, sobre todo, en manos de empresarios vascos, mientras que el resto de variables, como su relación con el conjunto del holding, se estudiará en función de los intereses de quienes la consideren una buena opción de negocio.
En cualquier caso, los plazos corren y urge encontrar un grupo inversor para poner fin a una situación que se agrava y que ha obligado a reducir más de la mitad la actividad de la factoría.