Hay algo en los BMW que los hace especiales: su acusada personalidad deportiva, la exquisita finura de funcionamiento -lo que en la marca se denomina tacto sedoso-y un indiscutible sello de firma Premium que implica estatus y calidad superiores. Esto unido a una carrocería compacta monovolumen, inédita en la marca alemana, implica mayor espacio interior, mejor acceso y salida del habitáculo, una posición de conducción elevada, superior visibilidad, mejores posibilidades de transporte de equipaje y objetos voluminosos y una polivalencia que bate claramente a la de las berlinas y turismos familiares disponibles en la oferta del fabricante alemán.

Lo bueno de todo esto es que este nuevo Serie 2 Active Tourer, aquí probado con el motor diésel 218d y con la caja de cambios automática de ocho marchas opcional -también hay dos gasolina más, de 136 y 231 CV-, sigue disfrutando de muchas de las cualidades tradicionales de BMW, como son un diseño elegante y deportivo, una calidad de terminación sobresaliente, tanto por los materiales empleados como por el ajuste y refinado funcionamiento de todos los componentes, un equipamiento completo y sofisticado y unas prestaciones y eficiencia energética que sitúan a sus mecánicas entre las más reputadas del mercado. En relación a su lograda amplitud interior, la carrocería resulta tremendamente compacta, con unas cotas realmente contenidas, ya que mide sólo 4,342 metros de largura, 1,800 de anchura, 1,586 de altura y 2,670 de distancia entre ejes, para un maletero de 468 litros, aunque sin rueda de repuesto y con kit reparapinchazos.

A la postre, este conjunto de cualidades hace que el tipo de cliente que se acerca al Serie 2 Active Tourer, que va desde compradores de unos 35 años hasta conductores mayores, conceda más importancia a las consideraciones prácticas y funcionales que otros usuarios de la marca, aunque sin renunciar nunca al estilo, diseño, estatus, dinamismo, prestaciones y sofisticación característicos de BMW. En este sentido, hay que reconocer que, una vez traspasado el umbral de sus puertas, se respira ese aire de automóvil de gama alta, con un tacto de mandos delicado y consistente y una calidad de realización y presencia admirables. Da gusto subirse a este BMW 218d automático porque la sensación de vehículo de lujo es evidente desde el primer momento.

En movimiento La puesta en funcionamiento con el arranque a botón da la bienvenida a un motor silencioso, armónico y equilibrado, con un empuje constante y consistente desde el primer momento y un rendimiento que entusiasma. Avanza de forma progresiva y contundente, estirando marchas y aportando unas prestaciones más que notables (205 km/h y 8,9 segundos acelerando de 0 a 100 km/h), con unos consumos homologados de 4,7 litros en ciudad, 3,8 en carretera y 4,1 de promedio, así como 109 gramos de emisiones medias de CO2 por kilómetro. Además de esta finura de funcionamiento, el propulsor de cuatro cilindros diésel turboalimentado, colocado en disposición transversal y con tracción delantera, algo muy novedoso en la marca, se adapta a nuestros demandas de utilización con modalidades de uso en las que prima el confort, la economía de consumo o la respuesta deportiva, según dispongamos.

La transmisión automática hace de la conducción del Active Tourer 218d una actividad todavía más placentera, por un lado resulta más relajante al liberarnos del uso del embrague y la palanca de cambios y por otro compensa su superior desembolso (2.500 euros más) con su exquisita precisión y rapidez de funcionamiento, tanto en modo automático como secuencial.

El manejo en ciudad resulta especialmente agradable con el Active Tourer por su superior altura y notable visibilidad, unidas a una dirección que copia nuestros movimientos al volante y nos regala una maniobrabilidad ejemplar. En carretera, como todo BMW, hace gala de un gran dinamismo, con un comportamiento preciso, consistente y la vez refinado. Se muestra confortable en todo momento al tiempo que sus suspensiones aguantan sin rechistar cuando decidimos abordar las curvas con cierta alegría. Aquí, y también en autopista, el potente motor diésel de 150 CV y 330 Nm saca a relucir un poderío incuestionable, así que hay que ser muy cuidadosos para no exprimir en exceso sus prestaciones y poner en peligro la integridad de nuestro carné de conducir.

El equipamiento es otro de los puntos fuertes del Serie 2 Active Tourer, tanto en la terminación de partida como en las diferentes variantes disponibles: Advantage, Sport o Luxury. La dotación de serie incluye entre otros elementos: climatizador bizona, volante deportivo multifunción, sensores de lluvia y luces, llamada de emergencia inteligente, accionamiento automático del portón trasero, reglaje de los asientos traseros con plegado remoto desde el maletero o control de la presión de los neumáticos, a los que la terminación Luxury de la versión probada añadía control de crucero, faros de leds, control de la distancia de aparcamiento trasero, faros antiniebla, paquete de iluminación, línea Luxury, tapicería en piel Dakota, calefacción en los asientos delanteros, llantas de aleación exclusivas y molduras, tapicerías y detalles interiores y exteriores específicos Luxury. Lo dicho, el primer monovolumen de BMW cumple con creces las expectativas creadas.

BMW 218D ACTIVE TOURER AUTOMÁTICO