Pocas veces un presidente de Kutxa se habrá presentado a una asamblea general para la aprobación de las cuentas generales y el informe de gestión del ejercicio de la caja con mejor balance del que Xabier Iturbe va a realizar el próximo viernes ante los consejeros de la entidad de ahorro guipuzcoana. La venta de la filial de Banco de Madrid a la andorrana BPA, un año después de iniciar su reestructuración y saneamiento y en medio de la crisis en la que vive el sistema financiero español, es un hecho que hay que valorar de manera muy importante por lo que supone de afianzamiento de un modelo de caja más pegado a los intereses de los guipuzcoanos y del país, que de aquellos que utilizaron sus recursos para embarcarse en proyectos e inversiones ajenos al espíritu de proximidad de una caja de ahorros.

La venta de Banco de Madrid, aunque haya sido sólo por 100 millones de euros es una muy buena operación porque supone desprenderse del último lastre que tenía Kutxa de la herencia que dejó la gestión de Fernando Spagnolo, el primer presidente con carácter ejecutivo de la entidad. En los doce años que estuvo al frente de Kutxa llevó a cabo inversiones de alto riesgo que le han costado a la caja seis años en encauzarlas, como ha sido en el caso de los terrenos de Lo Poyo y La Zerrichera en Murcia y la Urbanización Valle Romano en Estepona (Málaga), y resolverlas de manera definitiva, en lo que se refiere a la ficha bancaria que la caja compró en 2001 a Deustche Bank por 23,4 millones de euros.

En todos los casos, la solución que se ha dado para resolver los efectos de esta herencia ha sido gravosa para los intereses de Kutxa. En unos casos, forzando la compra de la participación de los socios con los que compartía proyectos inmobiliarios para hacerse con su control y evitar contingencias negativas futuras, o, prácticamente, sin obtener plusvalías, como ha sido la venta de Banco de Madrid, un capricho de Spagnolo que lo único que le ha traído a la matriz han sido quebraderos de cabeza no sólo por su cuenta de resultados, sino por la mala gestión liderada por unos profesionales que no tenían ninguna relación y dependencia con la caja guipuzcoana.

Tanta era la querencia de Spagnolo hacía el Banco de Madrid que, a pesar de abandonar, muy a pesar suyo, en abril de 2004 la presidencia de Kutxa, se postuló para presidir la filial de banca privada de la caja. Una pretensión que fue cortocircuitada de plano por el entonces presidente de Kutxa, Carlos Etxepare, que fue el primero en comenzar a administrar y reconducir un legado con una cartera de inversiones inmobiliarias compleja.

Si Etxepare se encontró de sopetón con el marrón de los terrenos de Murcia y unos socios constructores vinculados con la trama de Marbella, su sucesor, Xabier Iturbe ha tenido que comprar el 50% de la Urbanización Valle Romano de Estepona para evitar daños colaterales que podrían haber afectado a la imagen de la entidad y se ha desprendido de Banco de Madrid, tras proceder a un cambio en la dirección con el nombramiento de un hombre de la casa como Jesús Mari Iturrioz como consejero delegado, y poder iniciar su reestructuración y posterior venta como así ha sido.

En el año que ha transcurrido desde la reestructuración que Xabier Iturbe hizo en el organigrama de Kutxa, con la entrada de Fernando Martínez-Jorcano como director general de Negocios y Medios, y la permanencia de Carlos Tamayo, como titular de la Dirección General Corporativa, la caja se ha vinculado mucho más al territorio, sobre todo en estos momentos donde la coyuntura económica no es la más favorable.

Para ello, firmó acuerdos con Adegi para la puesta en marcha de líneas de financiación a las empresas para la obtención de circulante, forma parte del foro Gipuzkoa Aurrera, que ha empezado a dar sus primeros frutos con la aprobación de ocho proyectos industriales, y está impulsando la inversión en las compañías guipuzcoanas con la toma de participaciones en Etxetar o CAF, que desempeña un papel tractor en la economía del territorio.

Por eso, la venta de Banco de Madrid, al margen de lo que supone de liquidación de una herencia, es una buena noticia porque supone que los 100 millones de euros con los que se ha cerrado la operación van a ir destinados a inversiones en empresas del territorio que es donde se genera ese empleo que tanto nos hace falta.