Donostia. Cirlan es una firma que fabrica circuitos impresos para automóviles y electrónica en el polígono industrial de Ergoien, en Urnieta, y cuenta con una plantilla de veinte trabajadores que prevé aumentar hasta los 50 en el año 2011. Esta fría descripción encierra una cálida y esperanzadora noticia: la empresa nació hace dos semanas en plena crisis y recoge el testigo de Cycobask, perteneciente al grupo barcelonés Eurocir, que cerró sus puertas a finales de julio en Irun, después de haberse acogido a un proceso concursal. Su clausura arrojó al paro a 57 personas, veinte de las cuales se han recolocado en la nueva compañía.

El grupo catalán, que adquirió Cycobask en 1999, tomó esta medida con el argumento de la existencia de pérdidas insostenibles por la fuerte caída del sector de la automoción, su cliente principal. Sin embargo, la representación sindical censuró que desde 2007 asistió a "una continua apropiación de la cartera de clientes de Irun por parte de la otra fábrica de Barcelona", lo que propició que la facturación mensual "cayese a la mitad de lo habitual".

Conscientes del inevitable cierre, directivos y trabajadores de la empresa se pusieron manos a la obra el mismo mes de julio para continuar con la actividad, en un claro ejemplo del espíritu emprendedor vasco.

El gerente de la empresa, Oscar Baranda, explica que, a la voluntad de impedir que el trabajo se traslade a otro lugar se ha sumado el interés de más de 50 clientes por contar con el suministro de circuitos impresos de Cirlan. Firmas como Fagor, Ikusi, Alcad, Grupo Legrand o Copreci se han decantado por trabajar con la compañía de Urnieta. "Se han quedado con nosotros porque les hacemos un traje a medida. Nos piden servicio y calidad. Llevábamos 20 años con ellos y damos servicio al nicho de mercado que se ha quedado huérfano tras el cierre de Cycobask", señala Baranda.

RIESGO El objetivo de resucitar la actividad de la desaparecida Cycobask está cumplido, pero a costa de esfuerzo y riesgo. La inversión inicial se cifra en 2,5 millones de euros, aportada por diez socios vascos -seis de los cuales ya trabajaban en las instalaciones de Irun- y préstamos del Instituto de Crédito Oficial (ICO).

Las únicas ayudas que han recibido se refieren a la devolución de los intereses del ICO por parte de la SPRI y a una bonificación por preservar el medio ambiente tras instalar una depuradora.

Baranda subraya que en dos meses y medio lo han "montado todo" en un pabellón de 3.000 metros cuadrados, donde la mayoría de la maquinaria ya funciona a pleno rendimiento. "No podíamos crear una empresa de nivel medio. Para competir teníamos que ofrecer garantía de calidad a nuestros clientes, había que hacerlo bien, sin medias tintas", manifiesta el gerente de Cirlan, que en sólo quince días de actividad ya ha facturado alrededor de 120.000 euros.

El negocio parte de "una estructura competitiva y adecuada a los pedidos", con la previsión de una facturación inicial de dos millones de euros. El próximo año esperan facturar 3,5 millones para "tocar techo" en 2011, con cinco millones y una cincuentena de empleados.

Por ello, el objetivo principal tras su consolidación es "buscar nuevos clientes para crecer", como en Francia o Italia, donde ya venden sus circuitos impresos.