Tras 158 años de permanencia a las orillas del Urumea el convento de Kristobaldegi cerró sus puertas, con una misa de despedida oficiada por el obispo de la diócesis, Fernando Prado, el pasado mes de abril, procediéndose al traslado de las religiosas que en el mismo quedaban, todas ellas de avanzada edad, a otros conventos de la orden de las Franciscanas Concepcionistas a la que pertenecen.

En la actualidad quedan solo tres religiosas en un convento que, de momento, presenta un futuro muy incierto.

Muestra de ello es que la abadesa Sor Alicia Lamiquiz Ajuria, se ha dirigido por escrito y mediante registro al Ayuntamiento con el fin de ofrecer los dos conventos y la huerta propiedad de la congregación situados en el paseo de Kristobaldegi, 26.

En primer plano, la parte más antigua del convento de Kristobaldegi Iker Azurmendi

“Las RR.MM Concepcionistas Franciscanas de Loiola se dirigen a Ustedes en relación con los dos conventos y la huerta de su propiedad, situados en el Paseo de Kristobaldegi número 26, por si tuvieran interés en la compra de dichas propiedades y, como corresponde, son Ustedes los primeros en recibir la oferta”, se indica en la misiva.

La abadesa también pide en la misma una respuesta a esta oferta, aunque desde el Consistorio poco a nada se avanza al respecto.

Terrenos inundables

Y es que, han explicado fuentes municipales, los suelos del convento tienen reservados usos religiosos y se ubican en terrenos inundables.

De momento, el Consistorio no tiene previsto la adquisición de estos suelos. Tampoco parece que las arcas municipales pueden hacer frente al desembolso que supondría la compra de estos terrenos tan condicionados.

Por lo tanto, la congregación tendrá que valorar la posibilidad de vender estos suelos a otra administración, vía que podrían estar sondeando, o esperar que se interesen por ellos promotores privados.

Ninguno de los edificios están protegidos en el catálogo municipal.

Un poco de historia

El edificio original fue construido en 1860 por orden de la donostiarra Teresa Burgué, con el fin de servir de refugio a jóvenes desamparadas.

Este proyecto no llegó a buen puerto y el edificio permaneció vacío por un tiempo.

Posteriormente, el inmueble fue adquirido por Sor María Dolores Quiroga y Patrocinio para fundar un convento de religiosas de la orden que lo ha habitado y cuidado hasta su cierre.

En 1866 llegaron hasta este convento las primeras 16 monjas y un poco después empezó a funcionar las escuela para niñas, que permaneció activa hasta un siglo después. 

Las religiosas que permanecían en Kristobaldegi en abril Iker Azurmendi

Ya hace unos diez años el convento de Kristobaldegi estuvo en el centro de las miradas, cuando el Ayuntamiento proyectaba la operación de vivienda de Txomin Enea.

Y precisamente fue su ubicación en zona inundable uno de los problemas que asomaron para que la negociación no llegara a buen puerto.

Es más, se procedió a construir un nuevo convento elevado varios metros del suelo, tal y como se hizo con otros edificios del barrio. 

El viejo convento y las huertas, en las que se ubican varias tumbas, siguen en terrenos inundables. Es este convento junto al nuevo los que se han puesto a disposición del Consistorio para su compra.