El Ayuntamiento de Donostia ha emitido un comunicado en el que defiende la licencia de reforma otorgada para el local que acogió el centenario comercio La Esperanza, en la calle Loiola, que cerró sus puertas recientemente, tras más de un siglo de vida, para acoger una nueva tienda de la firma Falconeri.

La licencia de obra para albergar el nuevo comercio obliga a retirar el revestimiento de mármol que se añadió a la fachada del comercio en 1928, una condición que critica la asociación de defensa del patrimonio Áncora. La entidad pidió a principios de mes que se “indultara” el mármol de esta fachada de la calle Loiola y acusó al Ayuntamiento de “amparar la destrucción completa del bajo comercial, sustituyéndolo por una recreación impostada, sin ningún valor patrimonial”.

En su respuesta a la crítica pública de Áncora, el Consistorio recalca que el comercio no está catalogado dentro del Plan Especial de Protección del Patrimonio (Peppuc), “por lo que, ni su fachada actual, ni su interior gozan de protección legal alguna”.  

Por el contrario, añade, “sí está protegida la fachada completa del edificio, catalogado en Grado D en el Peppuc” y considera que incurriría en prevaricación “si estableciera un régimen de protección o conminara a la propiedad a mantener determinados elementos, por cuanto que no cuenta con ningún elemento jurídico ni legal que amparara dicha actuación protectora”.

Aspecto de la fachada en la actualidad N.G.

El Consistorio defiende que la protección de la fachada del edificio obliga a garantizar su vuelta al aspecto original de 1913, con madera y piedra de sillería, y eliminando los elementos posteriormente instalados como, en este caso, el revestimiento de mármol. “En ningún caso puede actuar de acuerdo a criterios difusos, arbitrarios o de consideración particular, por mucho que quienes dicen defender el patrimonio quisieran que el Consistorio cometería ilegalidades”, añade en su comunicado.

Asimismo, señala que “vela por la conservación del patrimonio de la ciudad y lo hace conforme a las herramientas legales que rigen el ordenamiento urbanístico”.

Por el contrario, Áncora insiste que otros establecimientos comerciales de Donostia “salvaron in extremis” los mármoles antiguos de sus fachadas, a pesar de no ser originales y cita a Muebles Eceiza, Boulevard 15, y Relojería Olazábal. “Las ventajas de preservar lo existente son obvias en términos culturales e incluso económicos, ya que evita costosas obras al titular del negocio”, dice la asociación.

Asimismo, critica que dos días después de que presentase su instancia al Consistorio para solicitar que se permitiese mantener los mármoles estilo Belle Epoque, la concejala de Urbanismo, Nekane Arzallus, otorgase la licencia ordena retirarlos, basándose en un informe de un arquitecto municipal. Este indica que “la recuperación de la fachada se ajustará al tratamiento autorizado en 1913” y agrega que “deberán respetarse todas las condiciones estéticas admitidas en dicha autorización (acabados de fachada de madera, molduras,...); así como eliminar todos los elementos degradantes que no fueron autorizados (revestimientos de mármol, toldo, focos de iluminación...)”.