Marian Bañuelos, titular del bar la Tita Lupe de la calle Misericordia de Gros, lamenta que el viernes su terraza tenga que desmontarse y transportarse, elemento por elemento, a un almacén que le ha dejado un amigo y donde los puede depositar a la espera de volver a montarla tras la modificación de la ordenanza que lo regula.

"Esperaremos un tiempo y si no las podemos volver a poner tiraremos las maderas y el resto, si alguien lo quiere, lo repartiremos. Ya hemos hablado con los clientes", destaca.

Bañuelos y otros hosteleros ya compartieron en las redes, a inicios del mes en curso, la comunicación del Ayuntamiento en la que se les recordaba que "a partir del 24 de junio no podrá permanecer en la vía publica ningún elemento de su terraza", tras decaer las medidas extraordinarias establecidas por el covid.

Dice la responsable de Tita Lupe que "apurará" los plazos y desmontará la terraza "el viernes a la tarde o el sábado a la mañana. El domingo veremos los coches aparcados en ese hueco".

"Estamos entre tristes y resignadas, porque hemos recibido mucho apoyo. Aquí las terrazas dan seguridad, apertura. Entre coches te puede salir cualquiera", añade.

Recogieron los hosteleros firmas para cambiar la ordenanza, proceso que el Consistorio pretende llevar a cabo en los próximos meses.

"Desde la primer tornillo hasta las tasas, todo ha corrido todo a cargo de la hostelería", abunda. Quiere subrayar una idea: "Hay gente que piensa que no hemos pagado nada. Y, sin saber mucho del tema, tengo que decir que creo que esto es positivo para la ciudadanía".

Y es que, recuerda, la recaudación municipal por este concepto es "bastante más alta de la que se obtiene por las tasas de residentes de aparcamiento. En nuestro caso, ocupando dos plazas, serían 120 euros al año frente a las casi 1.200 que hemos pagado nosotras".

La zona en la que se sitúa el negocio de Bañuelos es "aislada" respecto a otras con una aglomeración de establecimientos, algo que pide que el Consistorio tome en cuenta. "Estamos alejados de las zonas masificadas de bares y nos gustaría poder tener nuestra parcelita, que es de todos, porque pagamos impuestos que se devuelven a la ciudad", añade.

"Los vecinos han estado encantados, ni una queja. Nos han dicho que se la ha dado otra calidad a una calle pequeña que da al apeadero del tren, que es zona de paso a la ikastola y el polideportivo.... La terraza da amplitud y seguridad", abunda. "No es solo que no hayamos recibido quejas, sino que están con pena", incide Bañuelos en referencia al vecindario.

Ante el desmontaje de la terraza, que le permitía tener más visibilidad y seguridad incluso a los portales del entorno, Bañuelos ha tenido que instalar una cámara de vigilancia, para sentirse más segura a la hora de abrir el bar por la mañana.

"La terraza ha contribuido a dar animación y atractivo a esta calle y así me lo han trasmitido quienes han pasado por aquí, clientes o no", concluye.